Sunday, May 6, 2012


Si la economía se complica más se multiplicarán los casos YPF

Sergio Crivelli. Diario LA PRENSA

La expropiación de YPF cambió el clima político, agrandó al gobierno, aniquiló a la oposición y tiene a los empresarios sobre ascuas. ¿Por qué? Porque temen que esa estrategia sea aplicada a otras empresas si la economía continúa mostrando datos poco alentadores como desaceleración de la actividad, fuerte alza de precios y problemas fiscales y de sector externo.

La principal causa de alarma es que están comenzando a combinarse negativamente factores económicos y políticos. Mientras se desarrollaba la embestida contra Repsol empezó a circular fuerte la versión sobre un informe preparado por economistas ligados a "la Cámpora" que incluía empresas locales y multinacionales que "colaboraron" con el último régimen militar. No importa la entidad de la versión o el nombre de los denunciados en el presunto informe. Lo que importa es la exhibición de poder de fuego de reserva en medio de una batalla contra las "corpo" que al inicio parecía incierta para el kirchnerismo.

Otro dato preocupante para los hombres de negocios es cómo funciona la lógica política "K" respecto de la economía. Desde 2003 el mecanismo se ha repetido "ad nauseam". El gobierno primero ignora el problema, después lo niega y por último busca a quién responsabilizar de lo que pasa cuando ya el desastre resulta inocultable.

Cuando, por ejemplo, tuvo problemas de inflación, primero la negó y después destruyó al Indec. En el caso de las dificultades energéticas el mecanismo funcionó de manera parecida. Primero ignoró la crisis, después la negó (era un invento de los medios) y cuando ya no podía ser ocultada buscó un cabeza de turco, Repsol, al que le aplicó el escarmiento correspondiente.

El hecho de que el mismo gobierno hubiera aprobado todo lo obrado por los españoles, les hubiera puesto como comisario a los Eskenazi y los hubiera elogiado hasta 10 minutos antes no resultó obstáculo para que terminara arrebatándoles la empresa. Tampoco tuvo la menor importancia el estropicio legal o los agravios a la seguridad jurídica. Para la "realpolitik" patagónica esos factores son irrelevantes.

No interesó tampoco que los empresarios involucrados hubieran sido amigos o socios. Se los acusó de no invertir y hasta de vaciamiento, se avanzó a toda máquina mientras los legisladores aplaudían en masa y se llamaba a la militancia para que tirara fuegos artificiales en una parodia de "fiesta popular". Por último, pero no menos importante, se consiguió el apoyo del 60% de la sociedad. Fin de la historia.

¿Fin de la historia? El problema es cómo reaccionará la Casa Rosada ante los problemas económicos que se están acumulando en el horizonte y que no aceptará como inevitables resultados del "modelo". A quién castigará por el deterioro de las variables macro.

El miércoles pasado en La Prensa el economista Luciano Laspina sostuvo que "la última información disponible señala que la actividad económica continúa enfriándose. Del lado de la oferta este proceso es encabezado por un freno en la industria en medio de trabas comerciales y desaceleración de la demanda externa e interna. A ellos se agrega una pobre performance del agro (compensado parcialmente por mayores precios), un deterioro de la construcción y del mercado inmobiliario (fruto de las restricciones a la compra de dólares) y una caída en la provisión de servicios regulados (electricidad, gas y agua), combinada con una menor extracción de petróleo y gas. Sólo el sistema financiero y el comercio se mantienen en franco ascenso aunque a un ritmo menos vertiginoso que en años anteriores. Por el lado de la demanda el crecimiento sigue recostándose en el consumo aunque este también ha ido perdiendo impulso, mostrándose más volátil y selectivo".

Que Laspina sea un economista ligado al macrismo no parece un dato decisivo: una amplia mayoría de los especialistas están comenzando a detectar el enfriamiento económico.

Con este panorama desalentador, no pocos empresarios temen que el furioso discurso anticorporativo que se oyó en la Cámara de Diputados se extienda más allá de YPF y comiencen las presiones si hay más aumentos de precios, suspensiones de personal y conflictos salariales. El gobierno no tiene nada que lo frene. La virtual desaparición del sistema institucional, del sistema político y de la oposición le han dejado el camino libre a la radicalización. Lo paradójico es que quienes hoy se inquietan ante el cambiante humor del poder, son los mismos que concurrieron decenas de veces a aplaudir a la Casa Rosada.

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