¿Es
posible un golpe?
Se habla de generales dispuestos a dar
un golpe, y existen versiones según las cuales el Consejo de Estado está allí
para torcerle el pescuezo a la Constitución y dar otro tipo de golpe, que
incluya obviamente la suspensión de las elecciones. Todo menos entregar el
botín.
Freddy Núñez. TAL CUAL Digital
Hay
que recordar siempre que Hugo Chávez dio un golpe de Estado el 4 de febrero de
1992. Ensangrentó al país, violó la voluntad popular, la Constitución nacional,
y su juramento militar. También, que frente a la más grande manifestación
habida en el país hasta nuestros días, ordenó activar el Plan Ávila, que
permitía entre otras cosas caerle a tiros a ciudadanos indefensos, lo cual dio
origen a lo que denominó en su momento José Vicente Rangel, "un
pronunciamiento militar", negándose a obedecerle. A pesar de haber
dispuesto de más de un millón de millones de dólares, el gobierno de Hugo
Chávez ha destruido la economía, ha estimulado la corrupción, y ha pretendido
mediante la prédica irresponsable del odio, crear condiciones para una guerra
civil.
El empeño en mentirle al país, y el uso de su
enfermedad para inspirar lástima con la esperanza de convertir lágrimas en
votos, evidencian el miedo de Chávez ante la posibilidad de perder el poder. El
régimen parece dispuesto a cualquier cosa para impedirlo. Al parecer el cáncer
no remitirá. Pareciera un asunto de tiempo solamente.
Pero, ¿da lo mismo que Chávez no pueda ser
candidato, a que pueda serlo y en el supuesto de que ganara, no pueda ejercer?
En el marco de estos matices hay una panoplia de posibilidades. Se habla de
generales dispuestos a dar un golpe, y existen versiones según las cuales el
Consejo de Estado está allí para torcerle el pescuezo a la Constitución y dar
otro tipo de golpe, que incluya obviamente la suspensión de las elecciones. Todo
menos entregar el botín.
Parece que el recital de Makled en Bogotá ante
la DEA y el FBI, más el aporte de los niños cantores del tsj, Aponte y Alvaray,
denunciando lo que toda Venezuela sabía y Chávez y sus adulantes han pretendido
ocultar, describen un gobierno no solo ineficiente, mentiroso y corrupto, sino
también involucrado en asuntos tan turbios como el narcotráfico y el sicariato.
Se sabe de gente vinculada al chavismo que no está dispuesta a convalidar estos
actos delincuenciales. También de países que no avalarían un golpe contra la
democracia con el cuento de "salvar" la "revolución".
Sacarnos de la CIDH, el envío de militantes de
la robolución a Cuba a realizar cursos de agitación y violencia callejera, el
apoyo del gobierno a grupos armados, cientos de motos poderosas circulando por
Caracas sin placas y a cuyos conductores se les ven las armas de alto calibre y
morrales que seguramente no contienen caramelos, configuran un cuadro que unido
a los llamados del gran odiador exigiendo se reconozca su triunfo por
adelantado, indica una enorme desesperación.
Para la unidad democrática y su candidato el
camino es electoral, constitucional y democrático. En este sentido hay que
hablar con el chavismo sensato, donde quiera que esté, para impedir la violencia,
hacer respetar la Constitución y establecer un deslinde entre los seguidores de
esa opción política y los ladrones y traficantes del poder, únicos
beneficiarios del caos. Las elecciones no están en cuestión, hay que ganarlas,
y Capriles debe ser la garantía de la reconciliación nacional y del ejercicio
de un gobierno sin exclusiones, que proyecte ¡por fin! a Venezuela, al siglo
XXI.
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