La revolución de las madres
Francisco Rivero
Valera. EL UNIVERSAL
Ya
pasó el Día de las Madres, en España. También en Portugal. Sudáfrica. Lituania
y Hungría. Fue el primer domingo de mayo.
Pasado
mañana será en Venezuela. Y en Cuba. Brasil. Colombia. Chile. Uruguay. Perú.
Puerto Rico y China.
El
27 de mayo en Bolivia. El tercer domingo de octubre en Argentina.
Y
así sucesivamente.
El
Día de las Madres es trascendental por 2 razones, divergentes del interés
mercantilista:
-es
un homenaje del mundo para la mujer, como origen de la vida.
-Y,
es la admiración hacia la madre, como persona multifacética.
La
madre como origen de la vida es indiscutible. Se nace, crece, se desarrolla y
se muere en íntima relación con el claustro materno.
Es
una relación tan íntima que se vuelve eterna al trascender en aspectos vitales
de la humanidad que tienen relación con el origen y la vida: en la Virgen
María, en el planeta tierra como madre naturaleza; en la universidad como
claustro materno, y demás. Y es que, en pocas palabras, transmitir la vida es
admitir la inmortalidad. Bordeaux.
La
madre multifacética es otra cosa.
Sin
repetir elogios de tarjetas, poesía o publicidad comercial, que también le
pertenecen, es la imagen de mujer evolucionada en el tiempo, lejos de su
exclusiva dedicación doméstica.
Como
las madres del siglo XXI que, compartiendo su vital ascendencia doméstica, son
activistas en la solución de los problemas del mundo. Como trabajadoras de
grandes empresas. Como líderes de naciones enteras. Como voz autorizada en
instituciones internacionales. En cultura. En deporte. Y, en algo esencial para
la humanidad: en la vigilancia permanente del respeto hacia los derechos
humanos.
¿Y
cómo lo hacen? Lo sabe la madre y la esposa.
Aunque
creo que esa actitud polifacética de las madres del siglo XXI parece ser la
proyección consciente o inconsciente de su pequeño mundo doméstico. Sería como
aplicar su instinto maternal de protección organizada del hogar, en el resto
del mundo. Al fin y al cabo, gobernar una
familia es casi tan difícil como gobernar todo un reino. Montaigne.
Y
es motivación sin límites, visible en heroicas madres activistas en defensa de
los derechos humanos en cualquier país del planeta. En las Damas de Blanco de
Cuba, que luchan por los familiares encarcelados ante la falta de libertades
políticas. En las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina, en lucha permanente
por recuperar los detenidos y desaparecidos políticos, y responsables de
crímenes de lesa humanidad. En las mujeres de la plaza de Tahrir en Egipto, y
en Irán, en defensa de sus derechos humanos. Y demás.
En
Venezuela, las Mujeres de Negro, en lucha desde el 2008. Contra la grave
situación de inseguridad del país, con altísimas cifras de homicidios. Por la
liberación de los presos políticos y la libertad de expresión. Por la
independencia de los poderes del Estado. Contra la ineficiencia, corrupción y
debacle económica, política y social ocasionadas por el régimen chavista.
O
sea, las madres venezolanas también tienen su propia revolución.
Pero,
pasado mañana, el Día de la Madre en Venezuela, para muchas Mujeres de Negro no
será de fiesta. Será un día de duelo y de llanto por el hijo o el esposo muerto
entre los 19.336 venezolanos asesinados en el 2011. OVV.
Y
será un día para recordar las palabras de León Tolstoi: Madres, en sus manos está la salvación del mundo.
O
las palabras de Pedro Pantoja: Madre solo
hay una. No la ames en pasado o futuro, ámala en el presente.
Que
así sea.
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