Wednesday, May 16, 2012


El legado de Carlos Fuentes

Andres Hernandez Alende. EL NUEVO HERALD

El célebre narrador y ensayista mexicano Carlos Fuentes, uno de los creadores de la nueva novela latinoamericana, deja una huella inolvidable en la literatura, en el cine y en la historia.

Fuentes, hijo de un diplomático mexicano, nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, cerca del mar donde hace medio milenio Cristóbal Colón y los españoles que fueron detrás del Almirante a la conquista de un mundo nuevo avistaban en las noches sirenas con largas cabelleras y colas de pez.

La magia de ese nuevo mundo fue una presencia constante en la obra de Carlos Fuentes, desde el dios encarnado en un indio amarillo de aspecto repulsivo en su cuento Chac Mool, pasando por la misteriosa Aura, la enigmática belleza de ojos verdes a través de la cual sigue viviendo la centenaria Consuelo Llorente, hasta las leyendas de El espejo enterrado, donde América y Europa se miran mutuamente con asombro y fascinación a través de un océano donde pululan seres fantásticos, sueños y profecías, y las olas rompen viejas creencias.

La obra de Fuentes también es un reflejo de la historia convulsa de México y su no menos agitada relación con el vecino del norte. En La frontera de cristal, un poderoso libro de nueve cuentos, Fuentes aborda el fenómeno de la inmigración a través del río Grande hacia los Estados Unidos, una epopeya que ha cambiado la faz de Norteamérica y que ha convertido el legendario melting pot estadounidense en un mosaico étnico. Aquí, como en muchas otras de sus obras, el escritor revela los dramas cotidianos de la corrupción política, la violencia, la discriminación, el abuso sexual, pero también la forma en que dos culturas distintas entran en contacto y se adaptan la una a la otra en una extraña relación de encanto mutuo.

La inesperada muerte de Fuentes en la ciudad de México, por un paro cardíaco, nos deja como herencia un formidable legado literario que trasciende fronteras geográficas y culturales. Que salta muchas barreras, como el inmigrante mexicano en El espejo enterrado que cruza el río Grande y se pregunta ante el paisaje de los vastos desiertos del Suroeste si esa tierra, acaso no es también su tierra.

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