Si te
defienden eres de los suyos
Mario J. Viera
Tenía
la intención de pasar este día dedicado a las madres sin agregar algún otro
comentario. No quería mezclar opiniones políticas en la página de hoy dado el
significado de la fecha, pero… Se me ocurrió leer la página digital de ese
libelo comunista ─ ¿o fascista-comunistoide? ─ mal llamado Juventud Rebelde y
tuve la maldita curiosidad de leer la sección dedicada a los blogs de ese
periódico y toparme con un escrito de Luis Sexto dedicado a defender la cubanía
del cardenal Jaime Ortega.
Hay
tanta demagogia, tanto sofisma en el artículo de Luis Sexto haciendo de padrino
de Ortega que no he podido inhibirme de un comentario que necesariamente tiene
que poseer carácter político e ideológico por el tema aunque no me adhiero de
modo alguno a determinada ideología.
Mal
parado queda el cardenal cubano cuando un gacetillero oficialista ─ que dice
que no recibe paga por sus escritos ─ sale a romper picas en su defensa. La
sospecha queda ratificada: si te defienden eres de los suyos, si te defienden
es porque coincides con sus criterios, porque les eres conveniente o viajas en
a misma barca.
Luis
Sexto es un escribidor del que, ese remedo castrista de Wikipedia, denominado
Ecured, ha dicho que ha “abogado siempre,
guiado por el pensamiento de José Martí, para que la verdad se abra paso y por
hacer un periodismo ético y digno servidor de la patria y de la revolución. Se
destaca, además, en el periodismo digital, llevando la realidad de Cuba al
mundo, en blogs personales que atiende sistemáticamente, y que tienen buena
aceptación”.
Nunca
el periodismo oficial ejercido bajo un poder totalitario tiene carácter ético,
se entrega la pluma y la conciencia al poder y se cierran los ojos ante la
realidad no oficial; se silencia la crítica y el juicio ante los que detectan
el poder. Ser periodista al servicio de un régimen como el castrista puede ser
un (in)digno servidor del gobierno identificado bajo la entelequia “revolución”,
nunca de la patria en su sentido al mismo tiempo estricto y abarcador.
Y
dice el laureado panegirista del castrismo que “El cardenal no tiene fichas
para ese juego” refiriéndose a las fuertes críticas que le hiciera el director
de Radio Martí por sus desdichadas expresiones a propósito de los opositores
que se refugiaron en la Iglesia de la Caridad del Cobre en La Habana. ¡Ah! ─ afirma
Sexto ─ “Su eminencia Jaime Ortega vive
en Cuba y su percepción de la realidad no coincide con la de los enemigos de la
revolución, ni su misión episcopal se apega a los métodos y propósitos de los
“llamados – y bien pagados ─ luchadores por la libertad” en Miami, Washington y
Madrid”.
¡Exacto!
La percepción de la realidad del empurpurado Ortega coincide con la de los
enemigos de las libertades de los cubanos, no con la de la oposición interna ni
con la del variopinto exilio cubano y su “misión episcopal” se apega “a los
métodos y propósitos” de los usurpadores del poder en Cuba, nunca a las
enseñanzas de Jesús quien dijo que aquellos, los débiles, los ignorantes, los
marginados, eran la sal de la tierra, quien le dijo a la adúltera que le
presentaran ante él para ser lapidada que no la condenaba como Ortega condenara
a los que calificó de delincuentes y baja escolaridad.
“Y tanto es el odio del exilio que sus
adeptos no vacilan en maltratar a un eclesiástico de la jerarquía de su
Eminencia el Cardenal Ortega”, asegura Sexto que olvida de propósito que el
gobierno que defiende había condenado al cardenal cuando se iniciaba como
sacerdote a la reclusión en los campos de trabajo forzado de la UMAP solo para
supuestos “antisociales”. Los tiempos cambian y el cardenal ha cambiado aunque
no el gobierno castrista en sus métodos represivos, los mismos que parece no
conocer o parece ignorar el cardenal Jaime Ortega.
Cuando
Luis Sexto asegura que “el propio cargo
de Carlos García Pérez, autor del editorial contra Ortega, es una confirmación
cósmica de la injerencia norteamericana en los asuntos internos de Cuba…”,
está el mismo haciendo una confirmación, no cósmica, universal de que, el
príncipe de la Iglesia cubano ha caído en la herejía de entregar la Iglesia al
servicio del poder totalitario.
Los
pobres diablos que ha pedido del Cardenal fueron expulsados del templo por la
policía ─ sea verdad o no que de manera violenta fueran tratados ─ no tienen
defensores, no tienen voz, como sí tiene el Cardenal que hasta un representante
del periodismo oficialista sale en su defensa. Decirle lacayo a un lacayo no es
tan grave como la expulsión por fuerza policiaca a un grupo ─ quizá de personas
marginales, aunque hoy toda Cuba es una población de marginales ─ que buscaron
el amparo de una iglesia, de un templo, para impulsar un reclamo de justicia.
Aunque
Luis Sexto se empeñe en asegurar que nadie le ordenara salir en defensa de
Jaime Ortega como dijera en respuesta a un lector de su blog que le criticaba “te dsigo que prefiero defender al cardenal
Ortega, cuya cubanía conozco y reconozco, que defender lo que tú defiendes.
?Cómo le llamaban hace muchos años en Cuba a los que defendían a capa y espada
a los yanquis? ?Pitiyanqui? Cipayo no, porque cipayo eran los hindúes que
servían a los colonialsitas ingleses (respeto la redacción original del buen
redactor Luis Sexto)”, solo demuestra que es un emisario de la voz de las
alturas.
¿Dónde
vivía este señor para decir que antes se empleaba esa palabreja de “pitiyanqui”
que es aporte a la lengua del menguado Hugo Chávez? ¿En qué Cuba vivía Sexto
cuando responde al crítico con este argumento: “Tuve amiguitos que muieron de tétanos en la década de los 50. ?Tú sabes
cuánto costaba en 1958 un suero antitetánico? Tres pesos, y el salario mínimo
era 1.50. Ahora te vacunan contra el tétanos a la cañona, aunque no quieras, te
va a buscar la enfermera y hay que vacunarse”? ¿Por qué miente tan
descaradamente? En la década de los 50 en las Casas de Socorro se ofrecía
asistencia médica gratuita, al igual que en Maternidad Obrera, en el Hospital
de Emergencia, en el Hospital Infantil y en muchos otros hospitales. En la década
de los 50 se ofrecía el suero antitetánico, las vacunas antivariólica,
antitífica y antirrábica de manera gratuita, aun hasta durante el gobierno de
Fulgencio Batista.
“No lo creerás ─ agrega el escribidor
castrista ─, poque negarías tus propias
mentiras, pero te pago a mil dólares por cada niño desnutrido que halles en las
escuelas cubanas”. Yo le pago diez mil dólares a Sexto por cada niño que en
Cuba vaya a la escuela después de desayunar un vaso de leche y pan con
mantequilla, que no gima de hambre durante las clases, que no necesite que sus
padres se quiten su alimento para que pueda alimentarse.
Ciertamente
Jaime Ortega no tiene ficha y no le queda más remedio que tocar la mesa. Le
falta el doble nueve de la dignidad, como persona y como eclesiástico. Ya tiene
quien le defienda, un bloguero del régimen de los Castro.
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