Sunday, May 13, 2012


Si te defienden eres de los suyos

Mario J. Viera

Tenía la intención de pasar este día dedicado a las madres sin agregar algún otro comentario. No quería mezclar opiniones políticas en la página de hoy dado el significado de la fecha, pero… Se me ocurrió leer la página digital de ese libelo comunista ─ ¿o fascista-comunistoide? ─ mal llamado Juventud Rebelde y tuve la maldita curiosidad de leer la sección dedicada a los blogs de ese periódico y toparme con un escrito de Luis Sexto dedicado a defender la cubanía del cardenal Jaime Ortega.

Hay tanta demagogia, tanto sofisma en el artículo de Luis Sexto haciendo de padrino de Ortega que no he podido inhibirme de un comentario que necesariamente tiene que poseer carácter político e ideológico por el tema aunque no me adhiero de modo alguno a determinada ideología.

Mal parado queda el cardenal cubano cuando un gacetillero oficialista ─ que dice que no recibe paga por sus escritos ─ sale a romper picas en su defensa. La sospecha queda ratificada: si te defienden eres de los suyos, si te defienden es porque coincides con sus criterios, porque les eres conveniente o viajas en a misma barca.

Luis Sexto es un escribidor del que, ese remedo castrista de Wikipedia, denominado Ecured, ha dicho que ha “abogado siempre, guiado por el pensamiento de José Martí, para que la verdad se abra paso y por hacer un periodismo ético y digno servidor de la patria y de la revolución. Se destaca, además, en el periodismo digital, llevando la realidad de Cuba al mundo, en blogs personales que atiende sistemáticamente, y que tienen buena aceptación”.

Nunca el periodismo oficial ejercido bajo un poder totalitario tiene carácter ético, se entrega la pluma y la conciencia al poder y se cierran los ojos ante la realidad no oficial; se silencia la crítica y el juicio ante los que detectan el poder. Ser periodista al servicio de un régimen como el castrista puede ser un (in)digno servidor del gobierno identificado bajo la entelequia “revolución”, nunca de la patria en su sentido al mismo tiempo estricto y abarcador.

Y dice el laureado panegirista del castrismo que “El cardenal no tiene fichas para ese juego” refiriéndose a las fuertes críticas que le hiciera el director de Radio Martí por sus desdichadas expresiones a propósito de los opositores que se refugiaron en la Iglesia de la Caridad del Cobre en La Habana. ¡Ah! ─ afirma Sexto ─ “Su eminencia Jaime Ortega vive en Cuba y su percepción de la realidad no coincide con la de los enemigos de la revolución, ni su misión episcopal se apega a los métodos y propósitos de los “llamados – y bien pagados ─ luchadores por la libertad” en Miami, Washington y Madrid”.

¡Exacto! La percepción de la realidad del empurpurado Ortega coincide con la de los enemigos de las libertades de los cubanos, no con la de la oposición interna ni con la del variopinto exilio cubano y su “misión episcopal” se apega “a los métodos y propósitos” de los usurpadores del poder en Cuba, nunca a las enseñanzas de Jesús quien dijo que aquellos, los débiles, los ignorantes, los marginados, eran la sal de la tierra, quien le dijo a la adúltera que le presentaran ante él para ser lapidada que no la condenaba como Ortega condenara a los que calificó de delincuentes y baja escolaridad.

Y tanto es el odio del exilio que sus adeptos no vacilan en maltratar a un eclesiástico de la jerarquía de su Eminencia el Cardenal Ortega”, asegura Sexto que olvida de propósito que el gobierno que defiende había condenado al cardenal cuando se iniciaba como sacerdote a la reclusión en los campos de trabajo forzado de la UMAP solo para supuestos “antisociales”. Los tiempos cambian y el cardenal ha cambiado aunque no el gobierno castrista en sus métodos represivos, los mismos que parece no conocer o parece ignorar el cardenal Jaime Ortega.

Cuando Luis Sexto asegura que “el propio cargo de Carlos García Pérez, autor del editorial contra Ortega, es una confirmación cósmica de la injerencia norteamericana en los asuntos internos de Cuba…”, está el mismo haciendo una confirmación, no cósmica, universal de que, el príncipe de la Iglesia cubano ha caído en la herejía de entregar la Iglesia al servicio del poder totalitario.

Los pobres diablos que ha pedido del Cardenal fueron expulsados del templo por la policía ─ sea verdad o no que de manera violenta fueran tratados ─ no tienen defensores, no tienen voz, como sí tiene el Cardenal que hasta un representante del periodismo oficialista sale en su defensa. Decirle lacayo a un lacayo no es tan grave como la expulsión por fuerza policiaca a un grupo ─ quizá de personas marginales, aunque hoy toda Cuba es una población de marginales ─ que buscaron el amparo de una iglesia, de un templo, para impulsar un reclamo de justicia.

Aunque Luis Sexto se empeñe en asegurar que nadie le ordenara salir en defensa de Jaime Ortega como dijera en respuesta a un lector de su blog que le criticaba “te dsigo que prefiero defender al cardenal Ortega, cuya cubanía conozco y reconozco, que defender lo que tú defiendes. ?Cómo le llamaban hace muchos años en Cuba a los que defendían a capa y espada a los yanquis? ?Pitiyanqui? Cipayo no, porque cipayo eran los hindúes que servían a los colonialsitas ingleses (respeto la redacción original del buen redactor Luis Sexto)”, solo demuestra que es un emisario de la voz de las alturas.

¿Dónde vivía este señor para decir que antes se empleaba esa palabreja de “pitiyanqui” que es aporte a la lengua del menguado Hugo Chávez? ¿En qué Cuba vivía Sexto cuando responde al crítico con este argumento: “Tuve amiguitos que muieron de tétanos en la década de los 50. ?Tú sabes cuánto costaba en 1958 un suero antitetánico? Tres pesos, y el salario mínimo era 1.50. Ahora te vacunan contra el tétanos a la cañona, aunque no quieras, te va a buscar la enfermera y hay que vacunarse”? ¿Por qué miente tan descaradamente? En la década de los 50 en las Casas de Socorro se ofrecía asistencia médica gratuita, al igual que en Maternidad Obrera, en el Hospital de Emergencia, en el Hospital Infantil y en muchos otros hospitales. En la década de los 50 se ofrecía el suero antitetánico, las vacunas antivariólica, antitífica y antirrábica de manera gratuita, aun hasta durante el gobierno de Fulgencio Batista.

No lo creerás ─ agrega el escribidor castrista ─, poque negarías tus propias mentiras, pero te pago a mil dólares por cada niño desnutrido que halles en las escuelas cubanas”. Yo le pago diez mil dólares a Sexto por cada niño que en Cuba vaya a la escuela después de desayunar un vaso de leche y pan con mantequilla, que no gima de hambre durante las clases, que no necesite que sus padres se quiten su alimento para que pueda alimentarse.

Ciertamente Jaime Ortega no tiene ficha y no le queda más remedio que tocar la mesa. Le falta el doble nueve de la dignidad, como persona y como eclesiástico. Ya tiene quien le defienda, un bloguero del régimen de los Castro.

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