La “disidencia” diversionista de
Mariela Castro
¿Que pasaría si gente del “pueblo
enardecido”, de manera “espontánea”, se lanzan contra la “disidente” Mariela y
le propinan un mitin de repudio o una buena golpiza, incluido un “camillazo”
mientras la tienen inmovilizada?
Eugenio Yáñez.
CUBAENCUENTRO
Sin
duda, Mariela Castro desperdicia excelentes oportunidades de quedarse callada,
al menos cuando se pasea de San Francisco a Nueva York, en este periplo por el
Norte revuelto y brutal que ella desprecia.
Tal
parecería que las exiguas asistencias de público a sus conferencias le sacan de
paso. Basta ver las escasas imágenes que muestran a los asistentes a las
conferencias de la “ilustre científica”, para darse cuenta de que con todos los
presentes difícilmente podría organizar nada más allá de un bloque de la
Federación de Mujeres Cubanas, o una raquítica conga gay en el puerto de La
Habana.
Entonces,
aparentemente en deslices freudianos, el subconsciente la traiciona y da rienda
suelta a la lengua como un Evo Morales cualquiera, sin pensar en lo que dice, o
demostrando exiguo coeficiente de inteligencia y sin par torpeza política, si
es que acaso piensa lo que dice en público.
Primeramente,
en un evento dedicado a las ciencias sociales, a donde fue invitada para
participar en temas relacionados con educación sexual, nada le pareció más
apropiado que insultar y atacar a más de un millón de cubanos en Estados Unidos
que con sus remesas familiares y visitas a Cuba contribuyen significativamente
a que el feudo que ahora administra su padre, como antes su tío durante casi
medio siglo, siga funcionando malamente sin desbaratarse a pedazos.
Ni
siquiera tuvo en cuenta que en estos mismos momentos su propio padre y la
camarilla que lo secunda han cambiado su lenguaje hacia la “emigración
respetuosa”, dada la imperiosa necesidad de dinero de un país en bancarrota,
con su benefactor externo enfermo de cáncer, y sin que el primer pozo petrolero
perforado en aguas ultra-profundas haya dado más que decepciones, y tratan de
hacer guiños a esos mismos cubanos que ella insulta tal vez por no tener nada
“científico” que decir sobre el tema que la trajo a este país.
Por
si fuera poco, tuvo también la osadía de entrometerse en asuntos de política
interna de Estados Unidos y declarar, admirada por el apoyo del Presidente de
Estados Unidos al matrimonio gay, que si ella fuese norteamericana votaría por
Obama.
¡Ay,
Mariela, doblemente torpe! No solamente por tocar un tema de política interna
(por quién votar) que ningún visitante con dos dedos de frente menciona en
público en ningún país, sino por algo peor a la vez: dejar entender que votaría
para gobernante de EEUU de acuerdo a las políticas del candidato hacia la
comunidad homosexual, no por sus propuestas sobre economía, deuda nacional,
impuestos o política exterior.
Señora
Castro: ¿Usted votaría por quien “ha recrudecido” el “criminal bloqueo
imperialista contra Cuba”, por quien mantiene en la cárcel a los “cinco héroes
antiterroristas”, por quien no se merece el Premio Nobel de la Paz o asesinó a
Osama Bin Laden, según ha escrito su tío en sus “reflexiones”, simplemente
porque sea tolerante con el matrimonio gay?
Con
esos criterios, habría que preocuparse de qué sería de la batalla de ideas, de
la “resistencia heroica de nuestro pueblo”, de los “logros de la revolución”,
de los nunca demostrados veinte mil mártires o de la “actualización del
modelo”.
Entonces,
Mariela, mientras el Gobierno cubano no autorice los matrimonios gay, ¿deberían
todos los cubanos oponerse al Gobierno de su padre? Todos esos cubanos que
dentro de Cuba se oponen hoy al Gobierno y lo denuncian, ¿deberían ser
considerados una especie de “vanguardia disidente” de los proyectos
“castristas” de Mariela, pero no de los de Fidel o Raúl Castro?
Muy
confuso todo esto. Más aún cuando la sexóloga se declara “disidente” que mira
“críticamente” la realidad del país y que desea una Cuba “soberana”. Lo mismo
que Laura Pollán, fundadora de las Damas de Blanco, lo mismo que dicen hoy las
Damas de Blanco, mientras el padre de Mariela ordena que acosen y golpeen a las
que no se apellidan Castro Espín.
¿Que
pasaría si gente del “pueblo enardecido”, de manera “espontánea”, se lanzan
contra la “disidente” Mariela y le propinan un mitin de repudio o una buena
golpiza, incluido un “camillazo” mientras la tienen inmovilizada?
¿O
es que acaso el régimen nos quiere proponer ahora dos tipos de disidencia: la
de mentiritas, la “light”, la suavecita, a lo Mariela, y otra disidencia, la de
verdad, la de tantos años enfrentando al monstruo, la que recibe golpes,
represión, violencia, la que va a la cárcel, la muerte o al destierro, la que
acusan de “mercenaria” y “terrorista”, y seguirá siendo reprimida y golpeada?
¿O
es que acaso si esa disidencia cubana de verdad, que no se asusta y se mantiene
firme, se proclamara favorable al matrimonio gay, recibiría la bendición de
Mariela Castro, que hasta podría votar por esa disidencia, como votaría por
Barack Obama?
¿O
tendríamos que llegar a la conclusión de que la sexóloga no sabe lo que habla
cuando se mete en temas políticos, o sí lo sabe, pero es una desvergonzada?
No
tengo la respuesta para ello, ni me interesa, pero lo que con seguridad queda
muy claro es que, en ninguna de las dos circunstancias, son cosas que merezcan
nuestro apoyo, ni siquiera nuestra atención.
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