La
competencia por el control de la acción en los seres vivos
Un manipulador exitoso debe conseguir
que el agente manipulado se deje controlar: esto puede suceder porque no es
capaz de evitarlo (no puede resistirse a la influencia ajena o ni siquiera se
da cuenta de ella) o porque no quiere hacerlo.
Francisco
Capella. INSTITUTO JUAN DE MARIANA
Un
ser vivo es un agente autónomo autopoyético: trabaja construyéndose a sí mismo
e intentando alcanzar sus objetivos deseados, controla su conducta para su
propio beneficio, y sus valoraciones tienden a reflejar lo adecuado para su
supervivencia; un agente heterónomo no controla su conducta sino que actúa
controlado por otro agente al cual sirve (por ejemplo, una máquina artificial,
o un organismo esclavizado).
La capacidad de control y acción de un
organismo siempre es limitada y falible. Los agentes autónomos evolutivamente
más exitosos son los que consiguen más poder, más capacidad de decisión y
acción y menos restricciones: tienen más medios a su disposición (energía,
materiales, conocimiento, derechos) y sufren menos limitaciones o cargas
(obstáculos físicos, prohibiciones, deberes).
El sistema de control de un organismo (su
aparato cognitivo, sistema nervioso o cibernético) controla directamente la
conducta del propio individuo del cual forma parte. Pero el funcionamiento de
este sistema depende de las interacciones del sujeto con su entorno, que puede
incluir otros organismos que influyen sobre él, participando así en la
determinación de la conducta; y el mismo individuo puede intentar a su vez
controlar a otros organismos.
La
capacidad de acción de un organismo (y sus resultados) puede ser utilizada por
otro. Un ser vivo puede aprovecharse de otro destruyéndolo y comiéndoselo (o
utilizando algunas partes como ropas, adornos o herramientas). Es posible
aprovecharse de otro ser vivo sin destruirlo, tomando algo de él: alimento
(leche materna, secreciones de algunos insectos como la miel de las abejas),
protección, calor. Y también es posible usar a otro organismo como agente,
controlarlo, influir sobre su conducta, capturar parcialmente su sistema de
control. Un virus, por ejemplo, captura los mecanismos de control de una célula
(a la cual termina matando) para que sus ribosomas produzcan copias del propio
virus.
Todo organismo es un agente que puede ser
utilizado como medio o instrumento por otros agentes: su capacidad de actuar
puede ponerse al servicio de los fines o intereses de otros individuos (que
pueden ser compatibles o incompatibles con los propios). Esta
instrumentalización o servidumbre puede ser voluntaria (libre) o involuntaria
(esclavitud), simétrica (cooperación) o asimétrica (parasitismo), consciente o
inconsciente.
Una forma directa y simple de control es la
fuerza física bruta que permite al fuerte (amo) someter al débil que no puede
defenderse (esclavo). Pero también existen mecanismos psicológicos (cognitivos
y emocionales) de manipulación: persuasión, seducción, chantaje, amenazas.
La competencia entre organismos por el poder
de controlar la acción da origen a una carrera de armamentos evolutiva en la
cual se desarrollan de forma progresiva aptitudes para controlar y para evitar
ser controlado. Los agentes más exitosos son aquellos que pueden influir sobre
los demás para que actúen en su beneficio, al tiempo que se defienden de los
intentos de manipulación en su contra. Los individuos pueden tener muy
diferentes capacidades en este ámbito: desde los incautos ingenuos hasta los
más hábiles seductores. Las técnicas de manipulación se vuelven gradualmente
más indirectas, sofisticadas y sutiles para evitar el posible rechazo de los
intentos directos y obvios.
Un manipulador exitoso debe conseguir que el
agente manipulado se deje controlar: esto puede suceder porque no es capaz de
evitarlo (no puede resistirse a la influencia ajena o ni siquiera se da cuenta
de ella) o porque no quiere hacerlo. Ciertas técnicas de manipulación se basan
en el engaño y la ocultación, dependen de que el sujeto no se dé cuenta de que
está siendo controlado por otro. La manipulación puede implicar alterar las
valoraciones ajenas, de modo que a un agente no le importa ser manipulado o
incluso lo prefiere (seducción sexual, publicidad, lavado de cerebro de una secta).
Un ser vivo puede aprovecharse de lo que hace
otro, de los resultados de su acción, de forma natural y espontánea, sin
necesidad de comunicación, pero estas interacciones tienen un rango limitado.
La disponibilidad de un lenguaje facilita enormemente la coordinación entre
agentes, que pueden expresar de algún modo sus intereses, deseos u órdenes. El
lenguaje puede utilizarse para describir el mundo y transmitir información,
pero es fundamentalmente una herramienta de interacción y manipulación: permite
dar órdenes, expresar deseos, persuadir, seducir, argumentar, explicitar normas
y las consecuencias de su incumplimiento.
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