El Cardenal no tiene quien le olvide
Pedro Corzo. MARTINOTICIAS
Ver
y escuchar a Jaime Ortega y Alamino es un viaje en el tiempo, una visita a las
cortes europeas cuando los petimetres y majos hacían de las suyas en la
sociedad de la época.
Por
supuesto que el rol que le aviene a Ortega y Alamino es el de petimetre. Es
acicalado, presuntuoso y vanidoso, el pecado preferido de Satanás, como apunta
Al Pacino, en el Abogado del Diablo.
Ortega
y Alamino es de esas personas que por sus palabras y conducta genera numerosas
críticas, por lo que sería interesante conocer las relaciones de este individuo
con sus compañeros en el Seminario y cuales fueron las características que le
distinguieron de sus pares para llegar a ocupar la posición de Príncipe de la
Iglesia.
Por
su conducta se puede suponer que escogió
la carrera eclesiástica, más por interés que por fe. En la Cuba castrista tenía
tres avenidas a elegir, gobierno, oposición y la iglesia, esta última, si se
asumía con obediencia al poder temporal, sería menos escabrosa y con su
conducta dúctil y obediente, tenía el
futuro asegurado
El
que tal vez sea el obispo mas petulante en toda la historia eclesiástica
cubana, no honra en ninguna medida el evangelio que predica y menos todavía puede
inspirar la confianza necesaria para que partes en conflictos intenten
conciliar diferencias y vincularse a un propósito común con posibilidades de
éxito.
Ortega
es incapaz, y de ahí la interrogante de cómo fue que llegó a Cardenal, de insuflar los valores del cristianismo y
menos aun de predicar la ética sobre la que se sustenta el mundo occidental y
si alguien tenía dudas al respecto debieron quedar disipadas cuando dijo que
Monseñor Agustín Román le había planteado que no hablara en el exilio de
Reconciliación porque era un asunto escabroso.
Mons. Agustín Roman |
La
manifestación de Ortega presenta a Monseñor Román como un hipócrita, con un
proceder bien contrario a la conducta de un pastor que siempre favoreció la
verdad, la justicia y la reconciliación.
Román nunca predicó el odio y fue un incansable
laborante por un mayor entendimiento entre cubanos, en particular entre las dos
orillas de la Iglesia, lo que si es seguro, sin haber estado próximo a Monseñor
Román, es que jamás hubiera favorecido un entendimiento con Fidel y Raúl
Castro, como evidentemente Ortega propicia.
Ortega
y Alamino comparte la tesis de la clase dirigente castrista de que es necesario
destruir los paradigmas de la Cuba del futuro y Monseñor Román como el también
desaparecido Obispo, Eduardo Boza
Masvidal, son referentes éticos para los cubanos de hoy y de mañana.
Ortega
también traiciona lo que predica cuando muestra un extremo desprecio por
aquellas personas que en su opinión no tienen formación académica o un bajo
nivel cultural, todo parece indicar que solo predica para generales y doctores,
para personas que considera sanas
mentalmente, porque al parecer opina que
para enfrentar el totalitarismo hay que estar loco de remate, y evidentemente él
es un sacerdote muy cuerdo. Ortega que mintió cuando dijo que los ocupantes de
la Iglesia de la Caridad habían sido expulsados sin violencia, al parecer
ignora que la mentira es un grave pecado.
Durante
su lamentable presentación en la Universidad de Harvard, acusó a los exiliados
de organizar y promover las protestas en Cuba, lo que ofende a ese notable
grupo de hombres y mujeres en la isla, que sin la protección del Vaticano y sin
más escudo que sus convicciones, sostienen una firme lucha por sus derechos,
que una parte de la jerarquía católica
cubana prefiere ignorar.
El
cardenal de un país que vive en la miseria viste ostentosamente. Gusta del
perfume y de uñas arregladas, pero lo que es peor, es de una hipocresía sin
límites. Hasta su amabilidad es falsa y marca distancia con su interlocutor si
considera que este no se ajusta al nivel en el que supone se encuentra. Sigo,
nada mas lejos del Cristo que dice haber abrazado.
Para
concluir Ortega y Alamino, reproduce el lenguaje denigratorio del exilio que
practica la dictadura y sus asociados fuera del país.
Describe un exilio intolerante, odiador de
oficio, capaz de perseguir y execrar a quienes disienten de la mayoría, como si
no fueran amplios sectores del exilio los que históricamente han trabajado
económica y políticamente a favor del pueblo cubano y mostrado una solidaridad
activa cuando así lo han demandado las circunstancias.
Por otra parte el exilio no es una entidad
centralizada, no responde a un liderazgo sublime, por lo que no se debe hablar
del exilio como un ente único.
Cardenal,
la represión esta en Cuba. La violencia oficial esta en la isla. El exilio no
es una entidad homogénea, pero existe democracia hasta para equivocarse, porque no
responde a la voluntad de caudillos ni jerarcas que distan mucho del
amor y comprensión que Cristo predicó.
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