Mario J. Viera
Julio García Luis |
No tuve ni el gusto ni el disgusto de conocerle; pero ha muerto un periodista cubano afiliado al oficialismo de quien se dicen muchas expresiones de conmovido afecto, quizá la mayoría sinceras, quizá por tener algo que decir. Se trata de Julio García Luis, que había sido Decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana y recientemente distinguido con el Premio Nacional de Periodismo José Martí que confiere la oficialista Unión de Periodistas de Cuba y falleciera el pasado jueves 12 de enero.
Al confirmar su fallecimiento, el presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), la organización gremial que agrupa a los periodistas de la izquierda bananera y filocomunista, Juan Carlos Camaño expresó:
“Queridas compañeras y queridos compañeros de la FELAP: Con profundo dolor informamos que en el día de ayer falleció en Cuba, a raíz de un infarto, nuestro querido compañero Julio García Luís, admirado por sus virtudes profesionales y, muy especialmente, por sus cualidades humanas. Fue presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), desde mediados de la década del ochenta hasta 1993, periodista de primera línea, Decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, varias veces premiado y reconocido por sus artículos y su probidad y generosidad docente. Entre otros, recibió el Premio Nacional José Martí. Julio García Luís fue miembro de dirección de la Organización Internacional de Periodistas, donde, al igual que en todo foro en el que le tocó actuar, levantó bien en alto los principios de la Revolución Cubana y la profesión periodística al servicio de las luchas por la justicia social, la libertad y la soberanía de los pueblos”.
Julio García Luis era un comunista convencido, un hombre que empleó su pluma a favor de la dictadura de los Castro y eso lo disminuye ante la historia y ante el recuerdo de los periodistas de una futura Cuba democrática.
De él ha dicho el periodista cubano exiliado en México de tendencia izquierdista y promarxista, Armando Chaguaceda, en el Blog Havana Times:
“En sus artículos y tesis doctoral no dejó de cuestionar las trabas que el aparato partidario imponía al ejercicio de los periodistas cubanos. Y fue capaz de decir públicamente, frente a Fidel, los problemas que aquejaban al gremio, asumiendo los costes de tal “osadía” sin volverse un adulador ni pedir perdón por lo hecho (...) Quienes lo conocimos sabemos que nunca fue chivato o censor, aun cuando – aprovechando su arraigo entre los estudiantes ─ desestimuló alguna protesta de los muchachos de la facultad, echándosela encima para tratar de encauzarla sin “daños colaterales (...) Así sentía que los protegía de los sabuesos del Comité Central, siempre alertas ante una facultad tenida de “conflictiva”. Una vez lo discutimos; ahora no importa quien tenía (si eso existe) “la” razón. Con una decencia a prueba de bombas, y una limpieza en el trato que sólo puede emanar de alguien convencido de sus ideas, Julio aventajaba- por años luz- a aquellos simuladores, cobardes y oportunistas que acechaban sus pasos y ambicionaban sus cargos”.
Cubadebate caracteriza a Julio García con estas breves palabras: “Maestro voluntario, profundo editorialista y cronista del periódico Granma, Trabajadores y otros medios de prensa cubanos, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y docente de varias generaciones de periodistas...”
De sí mismo dijera Julio García Luis que, como editorialista del diario Granma, había sido “una especie de vicario consciente de la dirección revolucionaria y su portavoz en muchos temas”. Y bien que conocemos lo que son los editoriales del Granma. Portavoz de la mentira, por lo que chocaba precisamente con los principios deontológicos del periodismo que en la Universidad él impartía, con la traición ideológica a su pueblo y a la digna profesión del periodismo.
Puede que sea cierto lo que dijera la cronista del Granma, Leyanis Infante Curbelo que su sepelio fue “una despedida desde el corazón, donde los sentimientos de admiración y respeto hacia su meritoria trayectoria profesional y su hermosa condición de ser humano, fueron unánimes entre colegas y amigos presentes”. Pero estas condiciones no son las únicas que engrandecen una personalidad humana.
Pudo, en lo personal haber sido una buena persona; pudo haber tenido un trato agradable y afectuoso. No lo dudo, acepto todo lo que en este aspecto han dicho sus antiguos discípulos hoy actuando como periodista en los órganos oficiales de comunicación; pero ser una buena persona no lo es todo, lo importante es conocer a quien se le entrega el talento personal y él entregó su talento a favor de la tiranía fascio-comunista del castrismo.
Sin embargo, yo que no tuve el placer o el disgusto de haberle conocido personalmente, le deseo, honestamente, que descanse en Paz.
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