Friday, January 13, 2012

Las reformas que no son y el socialismo que se acaba

Luis Cino Alvarez

Arroyo Naranjo, La Habana (PD) A juzgar por la lentitud chapucera y temerosa de los mandarines verde olivo, estoy seguro de que la llamada "actualización del modelo económico" no conseguirá ni remotamente el progreso económico sin libertad que han alcanzado China y Vietnam con sus reformas proto-capitalistas. Aquí, con tantos corruptos y tanto retranquero del inmovilismo, no tendremos ni lo uno ni lo otro.
Y no me oculto para decir que me alegra mucho que los mandamases no se puedan salir con la suya. No me seduce para nada el capitalismo de timbiriches y el sálvese el que pueda. Allá quien se conforme con las vendutas y los puestos llenos de viandas y verduras para quien pueda pagarlos y los decretos ley con más trampas que beneficios. No me conformo con ninguna otra cosa que no sea la libertad. Aunque tenga que comer soga. O apretármela al cuello, cuando no pueda más.
Que no se lamenten luego los ilusos que se empeñan en creer los cuentos chinos de que las reformas económicas necesariamente dan lugar al advenimiento de las libertades políticas. ¿Nos olvidamos ya de que el estalinismo siguió a la Nueva Política Económica de Lenin (conocida como NEP)?
¿Para qué engañarnos y pretender ver reformas estructurales donde sólo hay trucos de supervivencia e ilusionismo para incautos? Sólo la necesidad más perentoria es la que empuja a los mandantes a cambiar lo poco que cambian. Hacen concesiones que no implican ceder demasiado espacio. Después de todo, los mandarines, sin otro plan estratégico a la vista que aferrarse al poder a como dé lugar, advirtieron bien claro que para nada se trataba de reformas. De ahí que sacaran de la gorra otro de sus eufemismos: la dichosa "actualización".
Sólo a tontos y egoístas de vista corta puede satisfacer la restauración capitalista, sin capital, a paso de tortuga, por el camino más tortuoso y sin derecho a nada, a la que nos arrastran los generales y los tecnócratas. Ni siquiera llegaremos, con timbiriches y todo, al punto en que estábamos en marzo de 1968. Y aquel no fue precisamente un tiempo ideal. Y eso que entonces estaban los subsidios que ahora nos retiran con gesto avaro y regañón.
Ni siquiera la sobreprotección de Papá Estado nos merecíamos. Sólo la vigilancia y las prohibiciones. Ahora, mantienen la primera y aflojan un poco las segundas, a ver si nos acomodamos como se pueda – y como permitan los CUC –, cerramos el pico, dejamos las majaderías, nos reconciliamos con el régimen y le permitimos un aterrizaje suave.
¿Y el socialismo? Ahora lo ves, y luego no. Sólo hay que voltear el cuello y mirar dos veces, por si no lo vuelves a ver más. Si es que acaso hubo socialismo. De cualquier modo, no se echará demasiado de menos, porque siguen las frases del Comandante en la TV y en el periódico Granma y el único partido es el PCC, que hasta parece una sigla soviética. Tanto como la planificación centralizada, de la que todavía hablan en el Politburó, pero para dirigir el mercadito socialista, tan pelado como los agro-mercados estatales. Total, lo que realmente importa es que el socialismo siga en los discursos, para asegurarnos que los logros sociales no se perderán. Resistan, aguanten – nos dicen –, que algo quedará. Y hasta habrá quien se haga ilusiones y aplauda. Como nos convencieron de que el capitalismo es tan malo...

No comments:

Post a Comment