Mario J. Viera
Llegó a esa zona oscura de la ALBA, el tirano iraní. Recibido con afectos por parte de sus colegas de poder, de tiranos y tiranuelos. Chávez le recibe con honores, expresándole su emocionada identificación tamizada con frases de puro izquierdismo bananero, le estrecha emocionado la mano, mano manchada de sangre; solo le faltó darle un ardiente beso en la boca.
Esa cosa que se ha hecho con el gobierno de Nicaragua, Daniel Ortega no podía contener la emoción y el orgullo de recibir al representante en la tierra del profeta Mohammed. Raúl Castro, más comedido envió para su recibimiento a su comodín, el vicepresidente Esteban Lazo y luego lo presenta en la Universidad de La Habana para regalarle un Honoris Causa y dejarle hablar mal del capitalismo y del imperialismo.
Despuéٞs, la peste viaja a Ecuador. Correa no puede ser menos que el resto de los albistas. Ahmadinejad, sonriente arriba a una base aérea de Quito. Haciendo con los dedos la señal de la victoria, recibe el aplauso de una treintena de simpatizantes de Correa y algún que otro representante del Partido Comunista, ¡No faltaba más!, que alzaban cartelones con agradables consignas: “Muerte al imperialismo”, “Viva la revolución iraní” y “Fuerzas revolucionarias del Ecuador están con la revolución iraní”, como lo constatara el diario LA HORA.
Allá se va. Al Palacio de Carondelet, residencia de la intolerancia. Va en un carro descapotado, rodeado de un fuerte cordón de policía antimotines que demostraban el amor de los ecuatorianos hacia Irán, los ayatolas y Ahmadinejad. A la entrada de Carondelet le aguardaba una alfombra roja, quizá para que se sintiera en ambiente con el color de la sangre. Correa muy ceremoniosamente, bajó de su despacho y dio la bienvenida al “digno” representante de la sharia iraní. De seguidas, un sonriente Correa, condujo al hombrecillo fuerte de Irán hasta el balcón, para recibir las aclamaciones de los correístas. Allí en la Plaza Grande ondeaban, como anotó LA HORA, “seis banderas rojas del Partido Comunista Ecuatoriano, en señal de saludo al líder del Régimen teocrático de Irán”.
En su carrasposo lenguaje, Ahmadinejad saludó: “Estaremos juntos para siempre, y siempre rogamos a Dios prosperidad y éxito para su pueblo”. Alá es grande si hasta bendice a los comunistas y a los dictadores.
“¡A comer!”, parece que alguien gritara y allá se fueron a reunirse ante una mesa bien servida y hablar mal de los malditos americanos y lo buenos que son los gobernantes iraníes, tan buenos como el mismísimo Correa. Hay que hacer negocios, aunque lo que Ecuador exporta al Irán represente una fracción porcentual y, de paso, encabronar a los gringos y demostrar que él, Correa, es todo un machazo que no le teme al imperio.
¿Beneficios para la región? Ninguno, solo comprometerse con las aventuras de un régimen teocrático que puede comprometer a sus aliados del ALBA en caso de una conflagración de Europa, Estados Unidos e Israel con la teocrática, represiva y reaccionaria “revolución iraní”.
Los tiranos y tiranuelos del patio le dijeron adiós a Ahmadinejad... Quizá sea el último, el definitivo adiós, quizá la peste no vuelva otra vez a la ya apestada región del ALBA, depende de lo que se le ocurra hacer en Ormuz...
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