A propósito de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba
José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, enero, http://www.cubanet.org/ ─ Nunca como en estos días los representantes y los alcahuetes profesionales del régimen cubano se han parecido tanto a esos cómicos que basan la eficacia de sus chistes en la seriedad con que los expresan. No hay más que oírlos hablar, o leer lo que escriben sobre la crisis generalizada que agobia al país.
Es como si hubiesen asumido el poder ayer de tarde. Y ahora acabaran de desayunarse con el desastre, ocasionado, desde luego, por algún gobierno anterior.
A veces incluso uno tiene la impresión de que no mienten, es decir, no exprofeso, sino que se están creyendo en serio el papel de remediadores de su propia ruina.
A fuerza de haber vivido tanto tiempo en la virtualidad, se diría que pasaron del estado sólido al gaseoso. Y así andan, sin tocar el suelo y sin sentir la carga de su peso. Luego, para colmo, esa ingravidez de los caciques parece ser contagiosa.
De otra manera no se entiende la expectativa que algunos medios internacionales de prensa, más politólogos, más economistas, más diversos promotores de opinión vuelven a dispensarle ahora, en vísperas de la celebración de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba.
De nada o de muy poco vale la total indiferencia que ante el anuncio de este evento demuestra el pueblo cubano, el único al parecer que se conserva aquí en estado sólido -por muy poco peso que tenga- y con los pies bien puestos en la tierra.
Sorprende que entre tantos sesudos analistas y pronosticadores sea difícil encontrarse uno solo que empiece por señalar la inutilidad, previsible, de esa conferencia, salvo que persiguiera como fin proponer la derogación del artículo quinto de la actual Constitución de la República, el cual dispone que: “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado…”.
Suficientemente trágico para esta isla resulta de por sí haber tenido que adentrase en el siglo XXI, tiempo de inéditas conquistas tecnológicas, científicas y sociales, con varias generaciones de sus hijos nacidas y crecidas bajo la tutoría absoluta de un sistema de poder cuasi divino, que traza y controla desde los sueños hasta los más ínfimos movimientos de cada ciudadano.
Conformamos un cuadro tan incongruente dentro de la sociedad moderna, que no es posible hallarle predecesores sino en aquellas monarquías europeas de la Edad Media, incapacitadas para establecer distinciones entre sus vacas y la pobre gente que poblaba sus feudos. La diferencia quizá radique en que a las pocas de aquellas monarquías que aún quedan en el mundo se les ha impuesto la coyunda de reinar sin gobernar. En tanto, la nuestra no sólo gobierna, sino que no ha sabido hacerlo, pero no se pone cotos a la hora de reinar.
Sin embargo, por ahí siguen los sesudos en las mismas, dando validez al esperpento con sus análisis y sus doctas predicciones sobre lo que va a ocurrir en la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba. Es como echar piedras en un saco roto, pero, en fin, de algún modo hay que entretener al personal.
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