Friday, January 20, 2012

Comentario: Bain, Barack y empleos

Paul Krugman. The New York Times.

La recuperación estadounidense de la recesión ha sido tan lenta que casi no parece una recuperación en lo más mínimo, particularmente en el frente de los empleos. Así que, en un mundo mejor, el presidente Barack Obama enfrentaría a un contendiente que ofreciera una crítica seria de sus políticas para la creación de empleos, y propusiera una alternativa seria.
En vez de eso, casi seguramente enfrentará a Mitt Romney. Romney alega que Obama ha sido un destructor de empleos, al tiempo que él fue un empresario creador de empleos. Por ejemplo, declaró al Noticiario de Fox: “Este es un presidente que perdió más empleos durante su mandato que cualquier presidente desde Hoover. Estamos hablando de que perdió dos millones de empleos como presidente’'. Después de eso declaró, refiriéndose al periodo que pasó en la empresa de privada de valores de renta variable Bain Capital: “Fui muy feliz en mi vida anterior; nosotros ayudamos a crear más de 100.000 nuevos empleos”. Sin embargo, sus alegatos sobre el historial de Obama rayan en la deshonestidad, en tanto sus afirmaciones sobre su propio registro cruzan por mucho ese límite.
Empecemos con el registro de Obama. Es cierto que 1.9 millones menos de estadounidenses tienen empleos actualmente que cuando Obama asumió la presidencia. Sin embargo, el presidente heredó una economía en caída libre, y no puede ser responsabilizado por pérdidas de empleos durante sus primeros meses en el cargo, antes de que cualquiera de sus políticas tuviera tiempo de entrar en vigor. Entonces, ¿cuánta de esa pérdida de empleos de Obama tuvo lugar, digamos, en el primer semestre de 2009?
La respuesta es: más de la mitad. La economía perdió 3.1 millones de empleos entre enero de 2009 y junio de 2009 y desde entonces ha ganado 1.2 millones de empleos. Eso no basta, pero no se parece en nada a la descripción de Romney sobre una destrucción de empleos. Incidentalmente, los alegatos de la administración previa sobre crecimiento de empleos siempre empezaron no desde el día de toma de posesión, sino desde agosto de 2003, cuando el empleo de la era de Bush llegó a su punto bajo. Bajo esa norma, Obama podría decir que ha creado 2.5 millones de empleos desde febrero de 2010. Así que las afirmaciones de Romney sobre el registro de Obama en cuanto a empleos no son literalmente falsas, pero son profundamente engañosas.
De cualquier forma, la verdadera diversión llega cuando estudiamos lo que dice Romney con respecto a sí mismo. ¿De dónde vino esa afirmación sobre haber creado 100.000 empleos? Bien, Glenn Kessler del diario The Washington Post, recibió una respuesta de la campaña de Romney. Es la suma del aumento de empleos en tres empresas a las que Romney “ayudó a lanzar o crecer”: Staples, The Sports Authority y Domino’s. De inmediato, Kessler destacó dos problemas con ese conteo. “Se fundamenta en cifras de empleo actuales, no en el periodo en que Romney trabajó en Bain”, y “no incluye pérdidas de empleos de otras empresas con las cuales estuvo involucrada Bain Capital”. Cualquiera de los problemas, en sí, hace que todo el alegato no tenga sentido.

Con respecto al punto de usar el empleo actual, consideremos a Staples, que tiene más del doble de tiendas actualmente de las que tenía en 1999, cuando Romney salió de Bain. ¿Puede él reclamar el reconocimiento por todo lo bueno que le ha ocurrido a la empresa en los últimos doce años? En particular, ¿puede reclamar el reconocimiento por el exitoso cambio de la empresa, yendo de un enfoque sobre el precio a un enfoque sobre el servicio al cliente (eso fue fácil), que tuvo lugar mucho después de que él hubiera abandonado el mundo de los negocios? Después, está la parte con respecto a ver solo las empresas vinculadas con Bain que sumaron empleos, pasando por alto las que redujeron sus fuerzas laborales o terminaron fracasando. Oigan, si las adiciones cuentan pero no así las reducciones, ¡todo aquel que pasa un día jugando en las máquinas tragamonedas sale ganando mucho!
En cualquier caso, no tiene sentido ver los cambios en la fuerza laboral de una empresa y decir que esto mide la creación de empleos para Estados Unidos de manera integral. Supongamos, por ejemplo, que su cadena de tiendas de material de oficina gana participación del mercado a expensas de rivales. Usted da empleos a más personas; sus rivales dan empleo a menos. ¿Cuál es el efecto general sobre el empleo estadounidense? Una cosa es segura: es mucho menor que el número de trabajadores que su empresa agregó. Mejor aún, suponga que usted se expande en parte no derrotando a sus competidores, sino comprándolos. Ahora, sus empleados son sus empleados. ¿Ha creado usted empleos? El punto es que los alegatos de Romney con respecto a que es un creador de empleos no tendrían sentido incluso si fuera honesto con respecto a los números, lo cual no es. En este punto, algunos lectores pudieran preguntarse si no es igualmente erróneo decir que Romney destruyó empleos. Sí, lo es.
La verdadera queja con respecto a Romney y sus colegas no es que hayan destruido empleos, sino que destruyeron buenos empleos. Cuando el polvo se asentó tras la reducción de personal de las empresas que Bain reestructuró ─ o, como ocurrió con demasiada frecuencia, cayeron en bancarrota ─, el empleo total de Estados Unidos probablemente era el mismo que el que habría sido en cualquier caso. Sin embargo, los empleos que se perdieron pagaban más y tenían mejores prestaciones que los empleos que los reemplazaron. Romney y la gente como él no destruyeron empleos, sino que se enriquecieron al tiempo que contribuyeron a destruir la clase media de Estados Unidos. Y esa realidad, por supuesto, es lo que se proponen oscurecer todos esos disparates y declaraciones incorrectas sobre empresarios creadores de empleos y demócratas destructores de empleos

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