Sunday, January 15, 2012

¿Obama reduciendo el gobierno?

Sabina Covo. El nuevo Herald

Hay veces en los que no solo se debe votar por el partido político sino que se debe votar por hechos contundentes, ya que si el partido político al que perteneces no presenta opciones claras es muy complicado. Basta ya de argumentos sin fundamento (como negar a los inmigrantes o aceptar el racismo) por creer que “la política es así” y más adelante seguramente el político cambiará de parecer y eso es correcto. Un político que niega a los inmigrantes de la manera más contundente para atraer votantes conservadores, aunque tenga familia en un país hispano, o que niega su propia reforma de salud al estado que gobernaba para no aceptar que se parece a la de su contrincante, o que niega que ha despedido a miles de personas con sus bolsillos llenos, es un mentiroso. Si tuviera que elegir entre los peores de los males, preferiría a un político que hubiera estado casado tres veces y se haya cambiado de religión aunque eso escandalice más a la gente.
Los críticos más ilusionistas (y digo así porque hablo de los que lo critican sin tesis para respaldar dichas críticas) de las políticas de presidente Barack Obama han dicho los pasados dos años que cualquier política que el Presidente intente introducir es “socialismo y comunismo”. Una completa mentira si se analizan las políticas de gobierno más bien de centro que ha tenido el presidente y un Congreso dominado por una ultraderecha que le ha hecho casi imposible gobernar (no digo imposible porque pese a esa oposición el Presidente ha logrado gestionar políticas beneficiosas para todas las clases y ha tenido una de las mejores gestiones militares en la historia de Estados Unidos).
No hay peor ciego que el que no quiere ver y no hay peor error que llegar a pensar que el hecho que este país sea lo suficientemente rico para que haya para todos es socialismo o comunismo. El capitalismo también puede ser generoso y confiar en que puede existir menos desigualdad porque eso beneficia al mejor de los capitalistas. ¿No es mejor lucrar con una clase media con poder adquisitivo que con una clase media en vías de extinción? Tanto republicanos como demócratas en la historia de este país lo han visto así; si no, la verdadera base del llamado sueño americano, que podemos traducir como la posibilidad de triunfar sin venir de familia rica, no hubiera existido.
El capitalismo codicioso es el que no debe continuar porque este país no es una plutocracia aunque a veces lo parezca: gana las elecciones el que más dinero recauda, se legisla escuchando a los cabilderos que mueven dólares en Washington y en las capitales de los estados, más del 60% de la riqueza del país lo tiene un 1% de la población, que es la que tiene el control. ¿Y parte del otro 99 por ciento sigue creyendo en políticas equivocadas y fallidas por lealtad a la ideología de un partido? Es inaceptable.
Para sacar a un país de una crisis hay que gobernar con hechos, no con políticas partidistas y eso es lo que ha hecho el presidente Obama. La ley de salud que Obama firmó nada tiene de política demócrata o de izquierda, porque deja a la empresa privada, en este caso, a las aseguradoras con el beneficio de enriquecerse cuando más personas deban tener seguro obligatorio de salud, pero al mismo tiempo evita que los sistemas de hospitales, tanto públicos como privados, sigan con deudas por recibir pacientes sin respaldo económico. ¿Que no pueden obligar a la gente a tener seguro médico? ¿Acaso no la obligan a tener seguro de automóvil o de la propiedad? A la izquierda demócrata poco le gustó esta ley: ellos querían un seguro universal, pero fue un esfuerzo bipartidista y pasó.
¿Otro ejemplo? La nueva política de inmigración de deportar solo a los que tienen antecedentes penales no es del agrado ni de la ultraderecha ni de la extrema izquierda, porque ninguna de las dos ha querido una reforma migratoria. Obama prometió una reforma y no lo logró ni cuando su partido tenía mayoría en el Congreso. Se enfocó en reformas de salud y financieras que eran para toda la sociedad y les falló a los hispanos en ese sentido (recordemos que los hispanos son uno de los grupos más afectados por la crisis económica), pero ha ejercido y apoyado políticas migratorias como el Dream Act o extender el número de visas a los trabajadores extranjeros. Y ni hablar de la manera como lideró las operaciones militares bajo su gestión. Nada parecido a lo que la “ideología demócrata” declara. Obama ha gobernado con medidas bipartidistas.
¿El mejor ejemplo? Este es el más claro para los que creen que los demócratas quieren un gobierno “más grande”: Obama quiere reducir y consolidar las agencias del gobierno para que haya más eficiencia. Ronald Reagan, el modelo a seguir de muchos republicanos, le pidió una vez al Congreso que le diera un poder de reorganización para reducir el tamaño del gobierno federal. El presidente Obama ha hecho lo mismo la semana pasada. Quiere fusionar 6 agencias de comercio cuyos programas se sobreponen buscando que la burocracia sea más eficiente. Esto es reducir el gobierno, ¿no? Vamos a ver qué responde el Congreso a este pedido. Posiblemente sea un contundente “no”, como ya lo han hecho en la mayoría de los pedidos.

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