Tuesday, January 17, 2012

La gran desconexión (republicana)

Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD
Ron Paul, el diferente

La marcha de los republicanos al altar electoral se asemeja a la marcha nupcial de Félix Mendelsohn, en el cuarto movimiento de su gran obra Sueño de Una Noche de Verano. La de los republicanos también está en un sueño, con candidatos desconectados de la realidad, arrinconados por el tea partidismo, la ultraderecha y el conservadurismo evangélico. El nominado encontrará que lo que abrazó para ganar las primarias ahuyentará a muchos en la elección final. Claro, hay siempre la posibilidad de que ejecute una danza tan magistral en la convención, con todo y pasitos de ballet, que logre reposicionarse como centrista.
Los republicanos van a necesitar apoyo de sectores que están ahuyentando. ¿Las mujeres? Prepárense para regresar al oscurantismo sexual. ¿La clase media? Primero olvídense de incomodar a los ricos. Ni un centavo en alzas impositivas para ellos. Luego prepárense para recortes en programas de asistencia, incluyendo seguro social y Medicare. Lo harán de buen corazón, para ayudar a los necesitados a volverse autosuficientes. Van a ajustarles la correa por el bien de ellos, a ver si se ponen a hacer algo útil. ¿Inmigración y latinos? Hay que proteger al país. Es como si un gran hechizo hubiese descendido sobre el partido.
Las primarias republicanas llaman la atención por su desconexión de la realidad. Los contendores se han ido tan al extremo que están arrinconados. Gingrich enviaría policías a arrestar jueces liberales que rehúsen comparecer para explicar sus decisiones. Los arrestaría. Tiraría a la basura la independencia del poder judicial. Gingrich es una alternativa a Romney. Santorum es otra, apadrinado por la derecha evangélica. La tercera alternativa está en Ron Paul, desdeñado por comentaristas políticos de izquierda y derecha porque lo consideran un tanto extraño. Los candidatos, mientras tanto, luchan para ser vistos cada uno más a la derecha de los demás, todos con excepción de Paul, a quien parece no importarle cómo se le vea. Lo que le importa es la verdad según él la ve. El candidato extraño parece el más real.
El Partido Republicano ha sido secuestrado por gentes que se la dan de poseedoras del American Way, la Usanza Americana. Están gestando un engaño útil en las primarias pero fatal en la elección general. No tendrán cómo explicar su planteamiento fundamental, el querer apretar a los ‘pobres pobres’ mientras ayudan a los ‘pobres ricos’. ‘Los Pobres Ricos’, como en eso de pobrecitos ellos, tan sufridos, son una invención sobre la cual piensan deslizarse hasta la Casa Blanca. Pobres ricos, hay que aliviarlos para que den empleo a los pobres pobres. Los precandidatos acusan a Obama de promover la lucha de clases cuando son ellos quienes buscan apretar a los pobres para aliviar a los ricos.
La ultraderecha acusa a otros de lo que la ultraderecha hace. Obama está rescatando Wall Street mientras lo acusan de matar la economía. Los precandidatos parecen creer su propio engaño. Si fuera así serían cándidos e ingenuos. De lo contrario serían maquiavélicos, y los prefiero cándidos a maquiavélicos. Su engaño engaña, valga la redundancia, porque no hay quien les conteste en las primarias. Se van a llevar un chasco en la elección general porque la mayoría del país es centrista. Los precandidatos están siendo llevados al despeñadero, hechizados por oráculos de la ultraderecha como Rush Limbaugh y Glenn Beck. Pocas veces ha habido una plancha de precandidatos tan engañados, con excepción de Paul, cuyo vigor se debe a que no juega con la verdad. Dice las cosas como las ve. Los demás las dicen como calculan que deben decirlas. Paradójicamente el más veterano de los candidatos es el que más arrastre tiene entre los jóvenes. Los jóvenes son idealistas y en el candor de Ron Paul hay una buena medida de idealismo.
¿Pueden imaginarse diciendo presidente Paul? Los oráculos dicen que es imposible. Yo no. Si alguien le puede disputar la nominación a Romney, esos son Gingrich y Ron Paul, y este último lo hace limpiamente, sin atacar. Santorum no da la talla. Mientras tanto ya empieza a cundir el pánico entre aquellos líderes republicanos que se dan cuenta de lo que está ocurriendo pero no saben cómo reconectar su partido a la realidad.

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