Alvaro Alba
En Corea del Norte se han realizado juicios por no llorar los norcoreanos con intensidad, no mostrar profundo dolor o carecer de dolor intenso tras la muerte de Kim Jong II el pasado 17 de diciembre. Medios de prensa surcoreanos presentaron los detalles de los procesos que comenzaron el 29 de diciembre, al finalizar las jornadas de duelo nacional en la llamada República Popular Democrática de Corea, RPDC.
Los llamados juicios populares se realizan en centros de trabajo, estudios o barriadas, donde los asistentes presentan los casos de las personas que “no mostraron suficiente emoción” a la hora de llorar la muerte del gobernante. La carencia de dolor tras la muerte es casi una condena automática. También la crítica por los funerales, el no haber venerado con intensidad o el cuestionamiento del traspaso de poder del padre al hijo pueden ser motivos suficientes para aparecer en la lista de inculpados o de faltos de sentimiento. El resultado de los tribunales populares pasarán a los juzgados y estos se encargaran de dictar sentencia que puede llegar hasta los seis meses en la cárcel o los campos de trabajo.
La histeria colectiva fue el elemento más llamativo en los funerales de Kim Jong Il. A pesar del crudo invierno las personas se tiraban al piso para llorar, golpear la nieve con los puños, gritar a todo pulmón y con intensidad cuando aparecía una cámara de televisión. Las imágenes que se trasmitían al extranjero eran de multitud de dolientes frente a cualquier foto del hijo de Kim Il Sung, manifestando el dolor por la muerte. Las muestras de congoja eran más intensas que cuando falleció el creador de la monarquía comunista en Corea del Norte en 1994. Los gritos que se oían eran de ¿Por qué te vas?, No nos abandones, Regresa Querido Líder.
Quien no será acusada es la naturaleza, pues según la prensa norcoreana unos campesinos afirman que al difundirse la noticia de la muerte de Kim Jong Il el hielo de un lago se agrietó de tal manera que parecía que la tierra y el cielo se unieran. Un resplandor fue vislumbrado en la cumbre del monte Paektu, donde supuestamente nació el ex gobernante. En esa zona se sintieron temblores por casi tres días, como muestra de duelo. Los animales también expresaron angustia por el fallecimiento y para ello se ha presentado la historia de un pájaro que fue avistado quitando con alas y pico la nieve de una estatua del fallecido. Un grupo de búhos lloraban en una mina, informaba también la prensa norcoreana.
Estrella Polar es otro de los nombres para recordar al occiso, y su cadáver está en proceso de embalsamiento por especialistas rusos que laboran en el Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú. Su cadáver estará junto al de Kim Il Sung en el Palacio Memorial de Kumsusan y el día de su nacimiento, el 16 de febrero, es oficialmente en el almanaque norcoreano el “Día de la Estrella Brillante”.
En las cárceles de Corea del Norte se estima que hay más de 200 mil detenidos, la mayoría de ellos políticos. Hay dos campos de trabajo, una versión asiática de los Gulag de Stalin. Están los dedicados a reeducar a las personas o Kyo-hwa-so, pero los más crueles son los Kwan-li-so, que es donde son enviados los presos políticos. Tras las alambradas, en cualquiera de los dos tipos de campos de concentración, son enviadas tres generaciones si el acusado tiene que cumplir una pena de carácter político. El abuelo, los padres y el acusado; o los padres, la esposa y los hijos. Cantar una canción surcoreana, sentarse sobre un periódico con una foto de los miembros de la dinastía gobernante, practicar cualquier tipo de religión, puede ser motivo para terminar en una cárcel norcoreana. A la cárcel van también los norcoreanos que escapan a China en busca de trabajo y mejor vida y son enviados de vuelta a su país.
Los que no mostraron dolor suficiente y las lágrimas no convencieron a nadie, irán a la cárcel y no habrá para ellos amnistía.
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