Mario J. Viera
Mezquita Ibrahim, Caracas, Venezuela
El Islam, más que un credo religioso es ─ en concierto con sus dos pilares el Corán y la Sharía ─ una interpretación del mundo de carácter ideológico y totalitario. El Islam pretende el dominio del mundo, el establecimiento del califato universal. Presentado como un llamado a la paz, el Corán ─ ese plagio de la Biblia judeo-cristiana que se adueña de las figuras de los patriarcas hebreos ─ posee elementos de intolerancia religiosa y en sus postulados divide a la humanidad entre fieles ─ los musulmanes ─ y los infieles, estos últimos deben ser barridos en nombre de Alá.
El Islam no es la paz. Desde los comienzos de su doctrina, en el Siglo VII de nuestra era, se expandió hacia la conquista del mundo conocido, implantando su credo con el filo de sus cimitarras. Aunque existen musulmanes moderados toda su fundamentación se basa en el odio a la cultura occidental y específicamente a la del mundo cristiano y judío, condiciones esenciales para la proliferación del islamismo fundamentalista y de las organizaciones terroristas.
Los imanes sueñan con el dominio de Europa y del continente americano y, en concierto con el Irán de los ayatolas han elaborado planes para introducirse subrepticiamente en las Américas, principalmente en los países que conforman la ALBA, con la complicidad de sus gobernantes dictatoriales llenos de un odio insensato hacia los Estaos Unidos que han elevado hasta la categoría de concepto ideológico.
Según Damin Awad, presidente de la Asociación Islámica del Perú, en entrevista para Radio Nederland, el Islam “es una forma de vida” fundada sobre el Coram y la tradición del Profeta: “Al ser una revelación de Dios, el Corán es una forma de vida, porque usted puede legislar con el Corán, puede vivir, estudiar, trabajar, comerciar, está todo estipulado”. Es decir, un concepto orgánico del totalitarismo en su forma más detestable y obsoleta, la teocracia, con el control de todas las esferas de la vida personal.
Con el adoctrinamiento sistemático de los imanes principalmente entre comunidades indígenas de América Latina, Irán y Siria han podido introducir en el continente núcleos de la red internacional de Hezbolá.
Estos grupos han actuado con franca impunidad bajo el gobierno de Hugo Chávez con el apoyo entusiasta del sirio-venezolano Tarek El Aissami, actualmente Ministro del Interior del gobierno chavista, y las maquinaciones de Ghazi Nassereddine consejero político de la embajada venezolana en Siria, un libanés naturalizado venezolano.
De acuerdo con ABC, “Nassereddine y El-Aissami son señalados por la Fiscalía de Nueva York como los principales interlocutores de Chávez con Hizbolá; a uno le atribuye financiación de operaciones terroristas y al otro la entrega de pasaportes a activistas de esa organización”. En tanto que para Mariana Ascanio Acevedo en artículo publicado el 20 de julio de 2011 en la página de filiación marxista Aporrea, “Ghazi Nasseredinne, es un militante de la revolución, de las lucha contra la opresión y manifiestamente identificado por sí mismo por su posición antiimperialista y antisionista, demostrada en su accionar, innegociable, inquebrantable”. Un perfecto representante de la izquierda bananera antisemita y “antiimperialista”.
Ghazi Atef Nassereddine
Para la periodista venezolana de investigación, Patricia Poleo, “el Sr. Aissami junto con otros afiliados al Hezbollah, tales como Gahzi Nassereddine, (...) y su hermano, Ghasan Atef Salameh Nasserddi, están encargados de reclutar árabes venezolanos afiliados al Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, para ser enviados al Sur del Líbano y recibir entrenamiento de combate en los campos del Hezbollah, y así prepararlos para la guerra asimétrica contra los Estados Unidos de Norte América”.
En opinión de Emili J. Blasco del ABC, la penetración de Hezbolá en América Latina “se ha realizado a través de una creciente red de centros islámicos cuya función es la captación y radicalización de militantes, así como la recaudación de fondos. Sirven además como apoyo logístico para posibles operaciones de lavado de dinero y del narcotráfico, que sitúan a elementos de Hizbolá en la frontera con Estados Unidos”.
ABC citando las palabras del diplomático Roger Noriega señala: “Si bien es cierto que no ha habido casos en los que miembros de Hizbolá hayan ingresado ilegalmente en EE.UU. para llevar a cabo atentados, no es sensacionalista ni alarmista estar preocupado y responder con medidas apropiadas”.
Precisamente Noriega en colaboración con José R. Cárdenas en un artículo bien documentado identifica “por lo menos dos redes terroristas paralelas pero que colaboran entre sí y que crecen a un paso alarmante en América Latina. Una de ellas está operada por Hezbollah y recibe ayuda de sus colaboradores, y la otra está en manos de la Fuerza Qods de la Guardia Revolucionaria Iraní. Esas redes abarcan a más de ochenta activistas en no menos de doce países de toda la región (concentrados sobre todo en Brasil, Venezuela, Argentina y Chile)”.
De acuerdo con estos autores esas dos redes son la red de Nassereddine y la red Rabbani impulsada esta por el iraní Hojjat al-Eslam Mohsen Rabbani, “asesor de asuntos internacionales del Instituto Cultural Al-Mostafa Al-Alam de Qom, donde se ocupa de propagar el chiismo fuera de Irán”
Hojjat al-Eslam Mohsen Rabbani
Moshe Rabbani es considerado el autor intelectual del ataque terrorista de 1994 a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires por lo que es reclamado por el gobierno argentino y la Interpol. El 25 de octubre de 2006 los fiscales argentinos Alberto Nisman y Marcelo Martínez acusaron formalmente al gobierno iraní y a la milicia de Hezbolá como ejecutores del acto terrorista.
“Los discípulos de Rabbani dirigen por lo menos dos mezquitas en Buenos Aires: Al Imán y At-Tauhid. El jeque Abdallah Madani dirige la mezquita Al Imán, que también funciona como sede central de la Asociación Islámica Argentina, uno de los centros islámicos más importantes de América Latina”, aseguran Noriega y Cárdenas.
De acuerdo con cálculos publicados por el diario egipcio Al-Ahram hay alrededor de 17 millones árabes y descendientes de árabes en América Latina, no obstante la Organización Islámica para América Latina (OIAL), según BBC el número de musulmanes en la región es de unos seis millones, en tanto que un millón y medio vive en Brasil y 700.000 en Argentina.
BBC hace notar que en América Latina “ha habido varios políticos de origen árabe, como el ex presidente argentino Carlos Menem, sirio de una familia musulmana que se convirtió al cristianismo; Abdalá Bucaram, descendiente de libaneses, cristiano, quien fue presidente de Ecuador, y el libanés Gabriel Turbay, candidato a la Presidencia de Colombia en los años 40”.
La página digital roble.pntic.mec.es aporta datos sobre la distribución de musulmanes por continentes y países sobre datos registrados para 1996. De acuerdo con esta información en América del Norte hay una población musulmana de 5,530,000, en tanto que en América Latina esa población asciende a 1,356,000.
Por países la población musulmana está distribuida de la siguiente manera:
-ARGENTINA 693,460
-BRASIL 1,000,000
-PANAMA 106,204
-ESTADOS UNIDOS 9,992,860
-CANADA 400,000
Estos datos son incompletos pues no incluyen la población musulmana en Venezuela, donde ha habido un gran incremento de sus adeptos, Perú con un importante número de fieles islámicos, así como Colombia, México y Chile. En Colombia existe la mezquita de Omar Ibn Al-Jattab en Maicao, La Guajira; en Caracas, la mezquita Ibrahim; en México está la mezquita Dar as Salam, mientras que en Chile funcionan tres tres mezquitas, la mezquita As-Salam en Santiago, la mezquita Mohhamed VI en Coquimbo y la mezquita Bilal en Iquique.
Según Miguel Chavarría la captación islamista de indígenas es una labor sistemática en México “precisamente en su territorio más conflictivo, el de Chiapas duramente trabajado hasta hace poco por los corifeos de la teología de la liberación y por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Este autor cita como un resultado del proselitismo islámico que “300 indios tzotziles de San Juan de Chamula, Chiapas, renegaron públicamente del cristianismo y aceptaron la religión de Mahoma”.
Las organizaciones musulmanas en México con el apoyo de sus centros de suministro ganan adhesiones brindando beneficios a los indígenas como “ayuda médica, las enseñanzas prácticas y la comercialización ventajosa de algunos de sus productos agrícolas o artesanales”, a lo que agrega Chavarría: “Las oficinas del Imán están dotadas de panadería, un restaurante y un locutorio que les permite, en un país de telecomunicaciones difíciles y caras, entrar en contacto con predicadores de otros países y regiones. Esta acción va acompañada del trabajo de las madrasas o escuelas coránicas donde se completa la instrucción doctrinal”. La acción final de toda esta labor está dirigida a la captación de posibles militantes para Hezbolá con individuos a los que se les instruye en el odio hacia los “cruzados” y en especial hacia los Estados Unidos.
Chavarría destaca que “los Imanes encargados de esta tarea son miembros de Al-Morabitum, una organización iniciada al parecer en Marruecos y trasplantada prontamente a la ciudad de Granada donde tuvo lugar su fundación formal por el islamista escocés Abdel Kader Al-Murabit, en el mundo Ian Dallas, con la mira de emprender para el Islam el rescate del antiguo territorio de Al-Andalus”. Ian Dallas se convirtió al Islam en Marruecos en 1967 y adoptó el nombre de Abdel Kader o Kadir.
Ian Dallas, jeque Abdel Kader Al-Murabit
El jeque Abdel Kader sujeto a una interpretación de línea dura del Coram está convencido que el Islam conquistará al Occidente dominado por los judíos. Considera que Gran Bretaña se encuentra “al borde de la decadencia terminal” y que solo “la población musulmana británica podría revitalizar ese antiguo reino”. Este señor muy bien podría ser calificado como traidor a su país al servicio de fuerzas extranjerizantes; pero su concepción es la misma que sostiene el Islam, el dominio del mundo por el Coram y su reglamentación con los postulados salvajes de la Sharia.
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