Mario J. Viera
Monseñor Emilio Aranguren |
En el exilio cubano y aun hasta en sectores de la oposición dentro de Cuba se suele criticar acremente a la Iglesia católica cubana. Se le acusa, con cierta razón, en jugar un papel de colaboración con el régimen castrista con el propósito de lavarle la suciedad, el lodo y la sangre que mancha su rostro.
Todos deseamos un papel más activo de la jerarquía católica en la denuncia de las violaciones de derechos humanos en Cuba, queremos escucharles condenar los actos de repudio que las hordas de delincuentes que organiza la seguridad del estado lanzan contra los opositores. No hemos escuchado todavía un pronunciamiento de los obispos cubanos en relación con el asesinato de Wilman Villar. Pero ¿es solo la iglesia católica la que mantiene una posición dubitativa ante el castrismo?, ¿es solo a la iglesia católica de Cuba a la que debamos exigirle más protagonismo? Tal vez somos un tanto unilaterales.
Las denominaciones evangélicas y protestantes de Cuba ni siquiera hacen la crítica tímida que en ocasiones pronuncia la jerarquía católica. Prácticamente todas esas denominaciones religiosas están organizada dentro del paraoficialista Consejos de Iglesias de Cuba y cuyo presidente es el procomunista Marcial M. Hernández y dos de sus más destacados representantes, el Reverendo Oden Marichal, de la Iglesia Episcopal de Cuba, y el pastor bautista Raúl Suarez son diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular y cómplices, por tanto, de las decisiones del Consejo de Estado.
Si hacen alguna declaración la harán en comunión con el castrismo. Como ejemplo de esta actitud colaboracionista de estas iglesias evangélicas y protestantes es la información dada por Prensa Latina con fecha 17 de noviembre sobre el respaldo de las iglesias evangélicas de Pinar del Río “al clamor” por el regreso a Cuba del miembro de la Red Avispa René González y pidieron “justicia” para el resto de los cinco sicarios presos en estados Unidos por espionaje y conspiración para la realización del homicidio de los cuatro miembros de Hermanos al Rescate abatidos por la fuerza aérea castrista sobre aguas internacionales.
Según Noticia Cristiana. com, en Cuba existen “53 denominaciones (evangélicas) y 9 seminarios para la formación del pastorado”. No recuerdo ninguna crítica por la colaboración de estas denominaciones con el régimen de los Castro ni he visto ninguna exigencia que se les haya hecho para que tengan un accionar de condena a la dictadura.
Quizá por esta razón no se haya divulgado con mayor amplitud la acción decidida de apoyo a un grupo de opositores brindada por el sacerdote Arnaldo Aldama de la iglesia Cristo Redentor de la ciudad de Holguin y el obispo de esa comunidad Monseñor Emilio Aranguren que diera a conocer EL NUEVO HERALD.
Según el diario de Miami, dos opositores habían expresado su agradecimiento a los dos religiosos por la protección que le ofrecieran “frente a una turba de personas organizada por el gobierno, armada con palos y piedras, que tenía sitiada a la iglesia”. Dos Damas de Blanco y el opositor Javier Martínez asistían a la misa para orar a la memoria de Wilman Villar.
“Estábamos aterrados, porque esa gente estaba armada con palos y piedras. Fue algo horrible”, había expresado vía telefónica Martínez. De acuerdo con lo señalado por el opositor “el reverendo Arnaldo Aldama dijo a los disidentes que permanecieran en la iglesia mientras él salió y le dijo a la multitud que ‘la gente que estaba en la iglesia era tan cubana como lo eran ellos’”.
EL NUEVO HERALD ampliando la notica afirmó sobre la base de la información ofrecida por Martínez: “El obispo de Holguín, Emilio Aranguren, llegó en medio de la disputa y se reunió en privado con un funcionario del gobierno local a cargo de las relaciones con la Iglesia, añadió Martínez. Durante las conversaciones, varios miembros del movimiento disidente cristiano Liberación también entraron a la iglesia”.
Por la acción del obispo Aranguren, según relatara el también opositor José Ramón Pupo Nieves que fue testigo de los hechos desde el exterior del templo, la gentuza organizada por la seguridad del estado se retiró a unos doscientos metros. Los vecinos que presenciaron lo que sucedía, se dice que aplaudieron a los opositores a la salida de la iglesia.
Estos dos religiosos también son la Iglesia Católica de Cuba. Su digna actitud contrasta con el actuar de muchos pastores protestantes organizados en el Consejo de Iglesias de Cuba, una extensión del Departamento de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
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