Mario J. Viera
Elementos de grupos de respuesta rápida y esquiroles del Contingente Blas Roca Calderío |
Asesinos e impúdicos son los calificativos más suaves que merecen los regentes del gobierno de Cuba. Asesinos, impúdicos y mentirosos. No respetan la vida humana ni la dignidad de sus opositores. Se prestan para el asesinato y luego vituperan a la víctima. Canallas y cobardes.
En un alegato de estúpidas justificaciones los voceros del castrismo que laboran en el libelo asqueroso del Granma, han pretendido engañar a la opinión internacional con falacias en torno a la desidia cometida por los carceleros de la prisión de Aguadores en Santiago de Cuba que provocara la muerte del opositor político Wilman Villar.
Después de haber asesinado a Wilman intentan denigrarle: “El denominado "preso político" cumplía una sanción de privación de libertad de 4 años, tras un proceso justo durante el cual estuvo en libertad y de un juicio conforme a derecho, por haber golpeado brutalmente y en público a su esposa, agredir a los policías y resistirse violentamente a la detención” aseguran con un cinismo rayano en el absurdo. La calumnia siempre ha sido el método más socorrido por el castrismo para restarle credibilidad a sus opositores.
Wilman era un opositor al régimen despótico de los Castro. Hay fotos que le muestran desfilando en un acto de protesta a favor del respeto de los derechos humanos en Cuba; su esposa rechaza tajantemente la especie que pretende mostrarle cometiendo actos de violencia doméstica. Maritza Pelegrino Cabrales, su viuda ha rechazado tal imputación: “Si están tan seguros de esas cosas que están diciendo — que son mentira —, que no tengan miedo de sacarme en público para que el pueblo de Cuba sepa la verdad y yo tener el derecho de hacer la justicia que mi marido se merece”.
¿Por qué no le permiten a la viuda, quien es también opositora, expresarse ante las cámaras de televisión y razonar y cuestionar todo lo que el gobierno ha alegado en contra de la memoria de un joven obrero, un trabajador textil, un miembro de la clase obrera, de esa clase obrera que supuestamente el comunismo es su máximo representante, de Wilman Villar?
No lo permiten simplemente porque temen a la verdad; temen a que el pueblo conozca de primera mano las verdades de Cuba, no las mentiras del castrismo.
No es la primera vez que intentan denigrar a una de sus víctimas, así ocurrió con Orlando Zapata Tamayo, un trabajador, un obrero albañil, muerto también luego de una larga y angustiosa huelga de hambre, como también ocurriera con Pedro Boitel al que no le dieron ni la mínima atención médica y le dejaron morir tras la huelga de hambre que mantuviera en reclamo de justicia. Boitel un joven estudiante, un joven humilde, un estudiante querido y respetado por todo el estudiantado de la Universidad de La Habana, uno que había sido miembro del Movimiento 26 de Julio.
Viviendas en ruinas
La verdad de Cuba no se recoge en las impúdicas páginas del Granma, el órgano oficial de la dictadura castrista; la verdad de Cuba está en sus calles, en sus edificios arruinados, en la angustia de la población para resistir el hambre; en la angustia de la madre que no puede darle un vaso de leche a su hijo de ocho años de edad; la verdad de Cuba se encuentra en los miserables hospitales donde se carece hasta de las condiciones mínimas de salubridad; la verdad de Cuba se encuentra en la miseria que impulsa a tantas mujeres cubanas, incluso adolescentes casi niñas a recurrir a la prostitución para paliar el hambre de sus familias; la verdad de Cuba está en los miles de cubanos que se lanzan al mar en embarcaciones de cualquier tipo con tal de huir del infierno castrista; la verdad de Cuba está en los cientos de prisiones desastrosas, súper pobladas que el castrismo ha erigido en todo el país; la verdad de Cuba está en la degradación de sus suelos y en la deficitaria agricultura cubana; la verdad de Cuba se encuentra en los cascos de hierros que han quedado de muchos centrales azucareros y en la ruina de su antes poderosa industria azucarera; la verdad de Cuba se encuentra en la mesa frugal de los jubilados. La verdad de Cuba está en las Damas de Blanco y en los reprimidos grupos opositores.
Sala de un hospital infantil
La mentira del castrismo se encuentra en el mismo liderato de los hermanos Castro, pretendidos defensores de la clase obrera que siempre gozaron de vida acomodada y nunca se emplearon en algún trabajo útil; la mentira del castrismo se encuentra en sus residencias de Miramar y el Nuevo Vedado que antes pertenecieran a la burguesía acomodada de Cuba; la mentira del castrismo se encuentra en las caricaturas de elecciones y la falacia del 96% de participación de los votantes; la mentira del castrismo se encuentra en su alianza con los regímenes más vituperables del mundo como el régimen de los Kin en Corea del Norte, con el ya muerto Gadafi de Libia, con el asesino de Assad de Siria; la mentira del castrismo es el propio castrismo. La mentira del castrismo se presenta en las bandas mercenarias de antisociales y marginales que emplea en los violentos actos de repudio contra los opositores y cuentan con el respaldo de las fuerzas policiales y los chacales de la seguridad del estado y se les presenta como “el pueblo indignado”.
Marginales en actos de repudio
Las críticas que se han levantado en todo el mundo por la muerte de Wilman Villar no se hacen contra Cuba, apuntan contra el castrismo, la gran mentira, los usurpadores. Entonces como verduleras en mercado lanzan insultos sin mostrar el coraje de abrirse al mundo para que el mundo indague donde está la verdad. Atacando a un funcionario chileno, acusando a Europa, a España y a Estados Unidos de hechos reales y ficticios no demuestran la verdad de los hechos.
España, Europa, Chile, Estados Unidos pueden muy bien reclamarle al gobierno del burócrata Raúl Castro, general de oficina, que permitan la visita a la isla de observadores imparciales para que abran una investigación sobre el caso en que perdiera la vida Wilman Villar; exigirle que permita el ingreso de observadores de la Cruz Roja internacional para que visiten las cárceles cubanas y comprueben in situ las condiciones prevalecientes en las mismas. Lo demás, la negación de que se abra una investigación imparcial de los hechos es un tácito reconocimiento de que Granma, y sus amos mienten.
El castrismo no ha podido, con su extenso editorial del Granma, demostrar que dice la verdad.
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