Robert A. Solera CUBA EN EL MUNDO
Vencer es la consigna del que lucha, al contrario de la que han proclamado durante años los Juegos Olímpicos. No es competir la palabra de orden que domina la falsa filosofía a la que estamos acostumbrados.
El “also ran” de los angloparlantes define en pocas palabras el valor que se le concede a los que hacen “bulto” en las contiendas y que es como el consuelo de los derrotados en el deporte, la vida, la política.
La Historia sólo recuerda ─ cuando lo hace ─ al vencedor. El César, Napoleón, y otros parangones de los triunfadores son los hitos en la memoria. Algunas veces, por su importancia, aunque derrotados, la Historia recuerda a los Hitler, Stalin y demás caterva de asesinos que bien haría la Historia en borrarlos de sus anales.
Para triunfar o sé es más fuerte, más hábil o más taimado, tanto en la vida diaria como en la política ─ donde no es visible ni la ética ─ tan cacareada como virtud, ni la Justicia ─ ciega según algunos o con los ojos vendados visibles en su representación escultural, difundida a diario.
Un dicho bien conocido por los cubanos de todas las épocas es el que pregona “siempre el pez grande se come al pez chiquito”. No importa quien tenga la razón es una verdad de Peregrullo la anterior conseja.
Por supuesto, el vencedor tiene ayuda, nunca desinteresada en su carrera. Usualmente, los más taimados, cínicos y materialistas –en el sentido literal, no el filosófico—que solapadamente conciertan alianzas con el primus inter pares a fin de llevar a feliz término sus planes para el triunfo.
Aquí el pez chiquito es el pueblo cubano ─ el homo cubensis o más conocido como Liborio. El pez grande es una coalición del gobierno de Estados Unidos ─ sin importar el signo político transitorio del que provisionalmente gobierne la nación americana ─ los famosos “intereses creados” del escritor español Jacinto Benavente y los oportunistas de toda laya que siempre se mueven en las arenas políticas.
Cuando el tiempo transcurrido desde el inicio del fallido movimiento renovador de Cuba se ha hecho más largo de lo que sus actores consideran prudente ─ 53 años ─ sin que el impasse parezca ser que llega a su final, fuerzas económicas extranjeras y extrañas a los intereses cubanos se alían ─ como lo hicieron los guerrilleros que luchaban a favor de España en nuestra lucha liberadora para ser una nación independiente con “patriotas” que predican ─ solapadamente ─ el fait accompli de la ‘revolución cubana’ y la aceptación ─ siempre supuestamente por los ciudadanos de a pie ─ de ‘pasar página’ envolviendo sus argumentos en algo que ellos ya dan por sentado: la permanencia inconmovible de las fuerzas retrógradas que ya gobiernan, aunque no lo hayan hecho ni medianamente bien.
Por supuesto, la palabra libertad y todas sus connotaciones no aparece mencionada ni remotamente en su prédica urbe et orbi.
Y al igual que en 1898 a Cuba le ocurre lo acontecido en la transición del siglo XIX al XX, y “con paciencia y con salida se la m…el elefante a la hormiga” y aquí Paz y en el Cielo Gloria.
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