Thursday, January 12, 2012

Bienvenido, Mahmud

Luis Vivanco A. LA HORA
Llegada de Ahmadineyad a  Carondelet

Mahmud, te habíamos estado esperando. Ya hacía tiempo que no venías. Exactamente cinco años. Un lustro, imagínate. Recordamos, cómo si hubiese sido ayer, cuando viniste a la posesión de nuestro amado Presidente. Qué orgullo nos dio saber que éramos ya parte de un nuevo eje. Algunos lo llaman “del mal”, pero todos sabemos que en el fondo es de pura revolución.
Es que somos gente tan parecida. Nuestros mercados están tan complementados, nuestro intercambio comercial está ‘por las nubes’. Irán representa el 0,02% de nuestras exportaciones. Pura bonanza, gracias por comprar aquí, vuelva pronto.
Así como ustedes, vivimos un proceso revolucionario, donde el concepto mundialmente aceptado sobre derechos humanos ha sido reinventado para beneficio de nuestros nobles funcionarios. Tanto en Irán como aquí, hemos comprendido que la libertad de expresión es una traba para el progreso, que la voz oficial es la más limpia, la más noble, la más segura.
Hemos tenido procesos similares, donde identificamos enemigos comunes. Como por ejemplo, las redes sociales. Creadas en el imperio, sirven para que los conspiradores se comuniquen libremente en contra de nuestros ideales, especialmente cuando existe algún acto desestabilizador. Mahmud, cuántas cosas en común. Pero aún tenemos que aprender, tú lograste erradicar toda voz contraria a ti, los pensamientos independientes. Qué envidia, enséñanos el camino.
Te recibimos con alegría, no nos importa que niegues el holocausto judío, ni que pretendas borrar a Israel del mapamundi. Replicamos con solvencia tu tesis de que el enriquecimiento nuclear es inocente. Aunque digan lo contrario, siempre estaremos a tu lado.
Entendemos que la historia de tu pueblo es otra, que la lapidación de mujeres no nos debe sorprender. Qué obtusos pensamientos de quienes creen que los derechos femeninos son universales. Qué caretucos, lacayos del imperio.
No nos importan las quejas de nuestro principal socio comercial, ni que nos digan que  somos tu herramienta para que el mundo crea que tienes amigos. Mahmud, aquí somos tus compinches, para siempre. Mi casa es tu casa.   

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