Bertrand de la Grange. DIARIO DE CUBA
El año pasado, Hugo Chávez acusó a Washington de haber provocado el terremoto que asoló Haití en enero de 2010 y acabó con la vida de unas 300 mil personas. Su fuente era un supuesto informe de la marina rusa que vinculaba el sismo a una prueba militar estadounidense. Ahora, el presidente venezolano deja caer que "el imperio yanqui" podría estar inoculando el cáncer a sus enemigos políticos en América Latina, empezando por él. Entre las víctimas figurarían también los brasileños Dilma Rousseff y Lula da Silva, el presidente paraguayo Fernando Lugo y su vecina argentina, Cristina Kirchner, todos de izquierda y aliados de la revolución bolivariana. Y todos con cáncer.
"¿Sería extraño que hubieran desarrollado una tecnología para inducir el cáncer y nadie lo sepa hasta ahora y se descubra esto dentro de 50 años?", se preguntó Chávez en el transcurso de una ceremonia militar transmitida por televisión. "Yo no quiero lanzar ninguna acusación temeraria. […] En todo caso yo no estoy acusando a nadie, solo estoy haciendo uso de mi libertad para reflexionar y emitir comentarios ante hechos muy extraños y difíciles de explicar". Como era de esperarse, sus partidarios hacen suyas las insinuaciones de Chávez y no parecen dudar de la existencia de una conspiración para acabar con la vida de los dirigentes "revolucionarios" del continente.
Las webs bolivarianas se han llenado de artículos de dudosa seriedad sobre la "guerra biológica" y "las investigaciones ultra secretas en laboratorios de la CIA y del Departamento de la Defensa para desarrollar un programa especial de virus del cáncer". A partir de hechos reales — los experimentos con guatemaltecos a los que un equipo médico de EE UU inoculó la sífilis en los años 40 —, el aparato de propaganda bolivariano responsabiliza ahora a Washington de haber provocado la muerte de "líderes revolucionarios y progresistas" en varias partes del mundo, desde el expresidente argentino Néstor Kirchner hasta el palestino Yasser Arafat, que habría sido envenenado.
"Nos dicen a veces paranoicos, pero tenemos motivos, no somos locos", decía hace unos días un periodista de TeleSur cuando presentaba un programa sobre "los métodos del imperio decadente" para deshacerse de sus enemigos sin dejar huellas. Tiene razón: no son locos, solo fantasiosos. Y sus intenciones son muy claras: se trata de movilizar como sea a los ciudadanos indecisos en previsión de las elecciones de octubre de 2012, que se anuncian complicadas para Chávez. El enemigo exterior es un recurso clásico para cerrar filas, pero insuficiente para frenar a la oposición. Había que descalificarla y el propio caudillo se encarga de la tarea: "No vamos a permitir que el imperio yanqui y sus lacayos aquí desestabilicen a Venezuela".
La amenaza va en serio, y los líderes opositores tendrán que armarse de valor para no dejarse intimidar. Hay múltiples indicios de que Chávez y sus jefes cubanos harán todo lo posible para impedir una victoria de la oposición, con sus inevitables consecuencias: el final de la revolución bolivariana y la suspensión de la enorme ayuda de Caracas a La Habana. Los chavistas tienen la gran ventaja de estar en el poder y de disponer de los gigantescos recursos del petróleo, pero la enfermedad del líder es un motivo de preocupación. ¿Aguantará hasta las elecciones?
Chávez intenta hacer de su cáncer un instrumento de propaganda. Asegura que ya está curado tras una operación en junio pasado y varias sesiones de quimioterapia, todo ello en Cuba (la comunidad médica internacional es muy escéptica y asegura que este tipo de enfermedad no se cura en unos meses). O sea, los médicos cubanos, que casi matan a Fidel Castro, habrían salvado al venezolano de un cáncer presuntamente inoculado por el enemigo común, Estados Unidos. En términos simbólicos, es la victoria de David sobre Goliat.
Es, en cierto modo, una adaptación de la propaganda que usó la revolución cubana para crear la imagen de un Fidel Castro invencible. En sus cincuenta años en el poder el Líder Máximo ha esquivado supuestamente 638 intentos de asesinato por parte de la CIA y de la contrarrevolución cubana (según un exescolta de Castro, que prepara un libro sobre el tema, nunca hubo un intento serio de matar a su jefe). Los yanquis deben de ser realmente muy torpes. Y, por lo visto, lo siguen siendo: los cinco presidentes enfermos de cáncer han sobrevivido felizmente, incluyendo el propio Chávez.
No comments:
Post a Comment