Álvaro Taboada Terán. DIARIO LAS AMERICAS.
En Corea del Norte todo es superlativo: Los títulos honoríficos, el servilismo político, la represión, el hambre. (Cientos de miles, posiblemente algunos millones, han muerto hambreados. El 40% del pueblo está desnutrido bajo la dinastía socialista fundada por el “Amado Padre” Kim Il Sun). Allá hace pocos días asumió el poder Kim Jong-un, tercer ejemplar de esta línea de hijos de la Gran Patria Socialista Nor-coreana. Kim Jong-un es nieto de Kim Il Sun, “El Presidente Eterno” e hijo de Kim Jong Il, “El Gran Camarada”. El nuevo líder, joven, rechoncho y mofletudo, muestra con sus sobre-alimentadas redondeces los efectos de la buena mesa, desconocida por la huesuda miseria de su pueblo. Desde un balcón de La Gran Casa de Estudio del Pueblo, Jong-un observó con torva mirada a su rebaño durante la celebración por su nombramiento como “Gran Sucesor”, “Líder Supremo” y “Líder Sagaz”.
En las fotos del diario oficial (Norcorea carece de medios independientes), los más altos miembros del Partido de los Trabajadores y del ejército aparecieron compitiendo en inclinaciones cefálicas por la muerte del “Gran Camarada”, mientras ensayaban coetáneamente expresiones de fe en Kim Tercero, nuevo genio de la política, la economía y la defensa, “El Doble Arco-iris de la Esperanza” y “Nueva Estrella Brillante del Firmamento”, como le llamaron oficialmente al nacer.
Por ahora Kim Jong-un (cuyo papito lo hizo General de cuatro estrellas en 2010) es Presidente de la Comisión Nacional de Defensa, ergo, Líder Supremo de Nor-Corea, según una Constitución al servicio de una familia, y de los altos y corruptos círculos del partido y del ejército. El nuevo líder pronto ocupará dos posiciones adicionales que garantizaron el poder brutal de su progenitor, verdadero “Aceite 3 en 1”: Presidente de la ya citada Comisión de Defensa; Secretario General del Partido; y Comandante Supremo del Ejército.
Algunos caciques latinoamericanos envidian aquella dinastía. Los Castro se le aproximan. Otros dicen que Hugo Chávez, entre varios, negociaría su alma con Mefistófeles para domar así a Venezuela, donde la oposición, (“sierva del imperio”) lo considera un obsceno y lenguaraz gorila (militar con historial golpista). Recientemente este aprendiz de Kim Il Sun abrió por enésima vez su cloaca-bulario, acusando “al Imperio” por provocar cáncer a ciertos líderes iberoamericanos, incluidos varios “izquierdosos”. Parecida basura le brotó, secundado por otros geniales caciques del vecindario albista, cuando acusó “al imperialismo” por causar el terremoto de Haití con “ondas ultrasecretas”. (¿Ignorancia cavernícola? ¿Odio ilimitado? ¿Profundos complejos personales e históricos? En fin, valga todo para mantener entre los fanáticos de la región el liderazgo anti-imperialista, como los Kim lo hacen en Corea.)
De momento, la coronación de Su Majestad Kim Tercero asegura por un tiempo la estabilidad del régimen norcoreano, y disminuye su eventual necesidad de provocar peligrosas crisis exteriores para consolidarse. Sin embargo, nadie sabe cuánto sobrevivirá esa ergástula del servilismo. Quizás en unos años el pueblo norcoreano logre su libertad y se pregunte cuánto daño sufrió bajo el despotismo megalómano-socialista. Entonces podrían rebautizar a la Gran Plaza Kim Il Sun. ¿Sería en español un buen nombre, El Gran Circo “Kim-i-ciste?” ¿Ocurrirá algo así a las “grandes obras” del atávico caudillismo criollo del Siglo XXI? El tiempo dirá.
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