César Coronel Garcés. HOY
Buenos amigos |
La visita que hace esta semana el presidente Ahmadinejad de Irán a algunos de sus amigos en Latinoamérica ha despertado mucha polémica, por todo lo que ha venido sucediendo en ese país.
Las claras violaciones a los derechos humanos que ahí se cometen deberían implicar la censura internacional y el rechazo de países como el nuestro donde se supone respetamos la dignidad de los seres humanos. No me crea a mí, busque en Internet o investigue quién es Ahmadinejad y podrá tener una idea clara del tipo de gobernante del que le hablo.
Desde el año 1979 se contabilizan más de 200 mil asesinatos por razones políticas en ese país, no hay libertad para hacer oposición; a eso súmele un elevado número de ejecuciones, lapidaciones, actos de tortura y persecución de las minorías étnicas y religiosas.
Para poner varios ejemplos: ejecuciones públicas de dos adolescentes el 19 de julio de 2005; ejecuciones políticas a opositores; práctica generalizada de la tortura física y psicológica; asesinato de personas con diferentes preferencias sexuales; y, miles de presos políticos por disentir.
La equidad de género no existe en ese país. La ley iraní da menos derechos a las mujeres que a los hombres, y les asigna menor valor: la vida de una mujer es la mitad del de la de un hombre; el testimonio de un testigo hombre equivale al de dos mujeres; una mujer necesita el permiso de su esposo para trabajar fuera de la casa o para dejar el país; y, en caso de herencias a la mujer le corresponde la mitad de lo que le correspondería si fuese hombre.
Particularmente el presidente Ahmadinejad niega la existencia del holocausto, dice que es una leyenda inventada por el Occidente; aprueba que la homosexualidad sea sancionada con pena de muerte; e, incluso ha llegado a decir que Israel debe desaparecer el mapa.
También son cuestionados sus orígenes políticos por sus relaciones con grupos terroristas: hace algunos años, más de medio centenar de estadounidenses permanecieron cautivos durante 444 días en la embajada de los Estados Unidos en Irán, entre noviembre de 1979 y enero de 1981, hay evidencias contundentes de que Ahmadinejad, entonces estudiante universitario, pudo haber sido uno de los líderes de ese secuestro.
Algunos dicen que estas visitas a Venezuela, Cuba, Nicaragua y el Ecuador implican acuerdos beneficiosos con ese país. Yo quisiera saber cuántos productos ecuatorianos están en las perchas de supermercados iraníes, cuánto han importado las empresas privadas ecuatorianas y cuáles han sido los beneficios de relacionarnos con ese país.
Es preocupante que mientras Irán es seriamente cuestionado por sus maniobras militares en todo el mundo, Ecuador le abre las puertas. Este señor solo será recibido por cuatro países del continente en donde se producen hechos del terror, violaciones a los derechos humanos y el fracaso en su economía.
Por lo tanto, ser socio, amigo y recibir con honores a un sujeto así, no creo sea una decisión acertada de los hígados revolucionarios que hoy manejan nuestra política exterior.
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