Frank Correa
LA HABANA, Cuba, enero, http://www.cubanet.org/ ─ De todos los colores, el negro se escogió para representar lo funesto. Cuando queremos acentuar el tamaño de un dolor decimos que es un dolor negro. Las penas negras, son las que matan y si el porvenir aparece para alguien repleto de escollos, entonces el futuro que le espera es negro.
En la simbología electrónica el color negro es el polo negativo. En el espacio sideral, el hoyo negro se traga hasta los planetas. El continente africano, cuyos habitantes tenían la piel negra, fue salvajemente esclavizado, y los negros debieron esperar siglos para su redención, desde que Montesquieu denominara a los hombres de esa raza como no personas, indignos y escogidos por el creador para servir al blanco.
Uno de los capítulos más tristes de la historia lo constituye la segregación racial, jamás se podrá valorar en todo su magnitud el sufrimiento que ha causado; y aunque entre las grandes victorias de la era moderna cuenta el fin de la esclavitud, y más recientemente del apartheid en África y los logros conseguidos en el campo de los derechos civiles en Estados Unidos, aún se margina a los hombres por el color de su piel, se les confina, hasta se les teme.
En Cuba una de las banderas enarboladas por Fidel Castro en 1959 fue que su revolución traería el fin de la discriminación racial. En cambio hoy, 53 años después y a pesar de la reticencia del gobierno, se ha tenido que reabrir el debate sobre el tema, con pluralidad de criterios, única manera de sortear la barrera racial que impide un análisis con enfoque humanista.
En el año 1989, en una conferencia que impartía un destacado intelectual habanero en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba de Guantánamo, luego de sus palabras laudatorias asegurando que en Cuba ya no existía discriminación racial, Teófilo Brown, músico autodidacta guantanamero creador del ritmo Mará, destruyó la tesis del conferencista con una sola frase:
–Para saber si en Cuba hay racismo sólo hay que ser negro — y arrancó un aplauso atronador en el auditorio, compuesto mayoritariamente por personas de color.
La población penal en Cuba está compuesta por un 66 % de negros. De cada diez ciudadanos detenidos en la calle por la policía para pedirle carné de identidad siete son de la raza negra. Hace poco varios periodistas independientes fuimos testigos de este tipo enmascarado de racismo, cuando se efectuaron dos actividades independientes simultáneas en La Habana, el Festival Poesía sin fin y el Foro Nuevo País, liderados por el movimiento de integración racial.
En Poesía sin fin, cien personas se reunieron un día completo, simulando cierta libertad de expresión, y no apareció ni un solo policía. En cambio en el Foro Nuevo País, seis negros independientes pusieron en vilo a las fuerzas de la policía política. Hubo acoso, detenciones y una casa sitiada, como si dentro se preparara el fin del mundo.
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