Así lo dijo el senador de Arizona John McCain: los Republicanos tienen que arreglar su problema con los hispanos si quieren ganar futuras elecciones. Tiene razón.
Los muchos líderes Republicanos no son firmes sobre la reforma migratoria; son duros, demasiado duros, de tal forma que agrian el tono del debate. No cabe la menor duda que la mayoría de los votantes reconocen que el sistema migratorio en el país está quebrado y que los pobres y desesperados por superarse encuentran maneras de burlarse de la ineptitud del gobierno estadounidense para permanecer de manera ilegal en el país.
Pero eso no debería dar lugar a que se hable de manera despectiva de los hispanos ofendiendo a todos los que hablamos español, nuestra cultura y antepasados. Nosotros, los hispanos, hemos aportado muchísimo a este país. Es más, en la ciudad más antigua de los Estados Unidos que este año celebra 400 años de su fundación, se habló primero el español. Me refiero, desde luego, a San Agustín en la Florida.
Aunque la Florida tiene una reconocida y destacada presencia hispana no es el estado en donde esa presencia cobra una mayor importancia. Estados como Texas, Colorado, Nuevo México y Arizona están cambiando dramáticamente y el promedio del típico votante Republicano que es blanco no hispano va disminuyendo frente a la creciente madurez en edad de los hispanos algo que por su número, al igual que su juventud, los convierte prontamente en votantes a niveles significativos para afectar los resultados de una elección. Es un tema imposible de ignorar para cualquier partido, pero los Republicanos tienden a ser torpes en cuanto a los hispanos y la reforma migratoria.
McCain, como muchos Republicanos, sabe que se tiene que arreglar el sistema migratorio y que hay que abrir un camino para la necesaria legalización de los aproximadamente 12 millones de indocumentados que residen en este país, muchos de ellos viviendo en familias sólidamente fundadas con hijos que no conocen otra realidad fuera de la de este país. Por eso es que el “Dream Act” es un primer paso significativo porque da la oportunidad a que estos jovencitos, inocentes de su estatus legal en el país, puedan legalizarse a través de los estudios superiores y servicio público, o sea, haciendo mucho más de lo que hacen mucho de los jóvenes que viven aquí legalmente.
Es fundamental que el tono del debate Republicano cambie y no porque viene una elección importante, todas las son. El partido Republicano tiene que cambiar el tono del debate porque es lo correcto. Además, atraer a inmigrantes y legalizar el estatus de los millones de indocumentados forma parte de una necesaria campaña de seguridad nacional y económica. Nos nutrimos de una buena inmigración.
El tema no es novedoso. Lo que es curioso es que lo diga John McCain, porque él arriesgó su pellejo dentro de su partido siendo el defensor de la reforma migratoria y, sin embargo, la mayoría de los hispanos le dieron las gracias votando en números abrumadores por su rival Barack Obama en las elecciones del 2008.
El mensaje que los votantes hispanos les enviaron a los Republicanos entonces es que no arriesguen mucho por los indocumentados que en total no les va a ayudar ya que los hispanos terminan votando mayormente por los Demócratas. Así lo dije en el programa de Univisión, “Al Punto”, bajo la acertada dirección de Jorge Ramos que podrán ver este domingo, 8 de enero. A lo mejor lo que digo no cae bien, pero es la verdad. En sus tres años en el cargo Obama les ha dado a los Republicanos un arma fabulosa porque ha deportado a más de un millón de indocumentados mientras que incumplió con su promesa de presentar una ley de reforma migratoria en su primer año de presidente.
Quizás los hispanos deberían de sentirse defraudados por ambos partidos. Más les vale dividirse y trabajar dentro de ambos si realmente quieren lograr un mayor respeto que es más que merecido.
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