Mario J. Viera.
Nunca voy a olvidar aquella expresión de sorpresa que se reflejó en el rostro de un oficial del Ministerio del Interior que me conducía hacia la prisión provincial de Canaleta en Ciego de Avila. Como rutina había cacheado mis pertenencias. Tomó en sus manos una imagen que yo guardaba de San Martín de Porres. Observó detenidamente la estampita y luego me preguntó: “¿Y este negro?”. Le contesté: “Es un santo, San Martín de Porres”. Guardó un breve silencio, luego, mientras me devolvía la imagen, me preguntó, o más bien se preguntó a sí mismo: “¿Es posible que haya un negro que sea santo?”
Yo había permanecido varios días detenido en uno de los calabozos del Departamento Técnico de Investigaciones de Ciego de Avila. Vi a casi todos los custodios. Ninguno era negro, ni siquiera mestizo, como blancos eran los oficiales de la Seguridad del Estado que laboraban en aquella dependencia, como también esos oficiales de la ciudad de Ciego de Avila. Los que tuve el disgusto de conocer, ninguno era afrodescendiente, como ahora le dicen al sector negro de nuestra población.
Creo que la población negra está poco representada en la elite de la Seguridad del Estado; de todos los que me dieron su amable “atención”, y fueron muchos, solo conocí a dos que eran negros, el resto, blanquitos, y algunos hasta con definidas facciones caucásicas.
Si prestamos un poco de atención a los diferentes estratos de las estructuras gubernamentales de Cuba, veremos que esta condición se reproduce ampliamente, la discriminación de los negros dentro de las estructuras del poder. En el máximo órgano de dirección del Partido Comunista, su Buró Político, de 15 miembros solo hay dos negros, Esteban Lazo Hernández y el Secretario General de la progubernamental Central de Trabajadores de Cuba, Salvador Valdés Mesa, es decir, solo el 13,3% de esa alta dirección son negros.
Esta pobre representación de negros se repite en el Secretariado. Unicamente dos negros, uno de ellos, Esteban Lazo; el segundo representante de esta etnia, una mujer, Olga Lidia Tapia Iglesias.
Todo parece indicar que para los comunistas cubanos solo pocos negros, bien pocos, tienen la suficiente capacidad para ocupar cargos destacados en las instancias de poder del Partido. En nuestra opinión, los comunistas cubanos solo consideran a los negros como piezas útiles para la propaganda oficial y tratados, en la práctica, como inferiores.
Lo misma situación se presenta en el Consejo de Ministro del General Raúl Castro. Ninguno de los Vicepresidentes es negro o mestizo; de los 26 ministerios solo ocupan la cartera dos afrodescendientes, ambos generales, el general de brigada Medardo Díaz Toledo, Ministro de la Informática y las Comunicaciones y el general de brigada Salvador Pardo Cruz, Ministro de la Industria Sideromecánica un mestizo. De los cuatro institutos nacionales con categoría ministerial dos son negros, Inés María Chapman Waugh, Presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y Julio Christian Jiménez Molina, Presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación.
En total la proporción de afrodescendientes en el Consejo de Ministros es del 11 %.
Pero, vayamos al término de afrodescendiente. Se ha popularizado pero, en mi opinión es otra forma de discriminación racial, de racismo en transición como lo puede ser el eufemista término de “gente de color”. Es la mentalidad paternalista europea la que ha acuñado el término y plantea una diferenciación dentro de un conjunto humano separándolo artificialmente del resto.
En el contexto de las relaciones humanas los grupos étnicos se entremezclan, blancos con negros, blancos con asiáticos, asiáticos con negros, es el mestizaje. El mulato, el mestizo de blanco/negro ¿será afrodescendiente o eurodescendiente?. El mestizo negro/asiático ¿afrodescendiente o asiático descendiente? Qué decir de los numerosos sectores poblacionales que presentan una enorme mezcla de diferentes genes “raciales”.
No hay ofensa en decir negro, como no la hay en decir blanco. El racismo no es solo la etnofobia dirigida hacia el negro. Puede haber racismo del negro hacia el blanco, racismo del blanco hacia el negro o hacia los indígenas. Racismo y discriminación son dos componentes de un mismo fenómeno. De acuerdo con el historiador y politólogo Leonardo Calvo Cárdenas, “el racismo se expresa en la dimensión mental-cultural como ese conjunto de criterios, patrones y referencias que, desde una vocación de hegemonía, definen a otro grupo social como inferior o despreciable por razón de su origen étnico. Mientras la discriminación, se mueve en una dimensión mucho más concreta y operativa y puede ser entendida como los mecanismos, acciones y comportamientos a través de los cuales se inferioriza, margina, excluye o victimiza a un determinado grupo social, no siempre y necesariamente por el color de su piel u origen étnico. De lo dicho se infiere que alguien puede ser un acérrimo racista y no ejercer la discriminación o la posibilidad de discriminar a alguien de nuestra propia raza”.
Con su característica demagogia, el castrismo ha tratado el tema de la discriminación racial y el racismo convocando a seminarios sobre el tema. Así el oficialista Pedro de La Hoz en un artículo para el Granma bajo el título de “Alentadores caminos de reflexión” señaló que “los cinco días del Seminario Cuba y los afrodescendientes de América, auspiciado por el Instituto Juan Marinello en La Habana, apuntaron hacia el reconocimiento de la enorme deuda histórica con los hombres y mujeres arrancados por la fuerza de sus tierras para ser explotados y a la necesidad de visibilizar los aportes sociales, económicos y culturales de quienes contribuyeron a fundar nuevos pueblos en esta parte del mundo”.
Por supuesto que la supuesta deuda histórica hacia los negros cubanos no la carga el actual régimen sino la, por ellos denominada, pseudo República. De La Hoz reproduce las palabras que en aquel Seminario pronunciara el sociólogo Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales, “El racismo favorece a las necesidades ideológicas de aquellos que aspiren a un regreso mediato al capitalismo, porque es una naturalización de la desigualdad entre las personas, algo que nadie admitiría en la Cuba actual si se planteara respecto al orden social en general. Por tanto, con mucha más razón tenemos que desarrollar y hacer triunfar el antirracismo: la lucha por la profundización del socialismo en Cuba está obligada a ser antirracista”.
Sería una respuesta correcta a este argumento la observación que diera Leonardo Calvo Cárdenas en un artículo de debate que escribiera en respuesta al de Julio Aleaga Pesant, al señalar que la familia hegemónica de los Castro “es parte de la élite blanca y excluyente que ha dominado y controlado siempre la política nacional”. Es erróneo de todo punto de vista pretender que el racismo es un elemento consustancial con la ideología predominante bajo un sistema capitalista. La élite blanca del castrismo no puede hacer triunfar el antirracismo porque ella misma es racista. No se trata de una confrontación capitalismo/socialismo. “Lo más importante de este delicado asunto es que en Cuba no existen instrumentos legales contra el racismo, cualquier persona con alguna cuota de poder o influencia puede ejercer la discriminación gozando de total impunidad, los ejemplos sobran”, asegura Calvo Cárdenas.
El gobierno de Raúl Castro pretendiendo demostrar su antirracismo ha revivido los festejos de los Cabildos, la fiesta que por el Dia de Reyes los hacendados esclavistas en Cuba autorizaban a celebrar a sus dotaciones de esclavos y que Cubadebate presenta como “ancestral tradición colonial, recuperada como un canto de esperanza a la vida”. Los negros bailan, parece ser la intención, para regocijo de los turistas extranjeros, que contemplan el espectáculo como algo típicamente exótico. El periodista independiente Lucas Garve lo ha expresado certeramente: “La necesidad de los afrodescendientes cubanos de rescatar su identidad va más allá de unas horas de comparsa con disfraces de orishas yorubas, de bailoteo y desvirtuada música ritual yoruba que sufre un proceso de banalización a causa del empleo para fines alejados de los que fue creada”.
Y Garve agrega: “Casi nada saben los afrodescendientes cubanos de las redes de confianza y ayuda mutua que se crearon a partir de esos cabildos, de la importancia de las asociaciones de negros y mestizos que existieron en Cuba desde finales del siglo XIX y fueron cerradas en 1961, porque el problema negro en Cuba “se solucionó” por decreto y, según el gobierno revolucionario triunfante, de golpe y porrazo. Y ahora, al cabo de 52 años, nos hablan de la presencia de secuelas de racismo en la isla”.
Fidel Castro manipuló a su antojo el tema de la discriminación del negro para sus intereses de dominio político e ideológico y asegurarse los votos unánimes de los países africanos en los foros internacionales. Si ahora, como dice Garve nos hablan de la presencia de secuelas de racismo en la isla, es solo para contener la fuerza que va adquiriendo la oposición cubana donde la presencia negra en la actualidad es significativamente representativa.
La solución de la etnofobia transcurre por la educación, por la práctica irrestricta de los principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con el establecimiento de un sistema de gobierno abierto, participativo, sin exclusiones, donde los poderes del Estado sean independientes unos de otros y con una política de oportunidades para todos y la libertad personal no sea una simple palabra.
“De color somos todos los seres humanos. El racismo en transición acuño el término de gente de color como eufemismo psicosocial para referirse a quienes no aceptaba desde su identidad epitelial. Era y es una operación cultural de limpieza a través de la cual se suprime la distinción diluyendo la diferencia, para negar después todos los contenidos culturales de la condición negra y promover lo que en la ideología cubana se conoce como color cubano. De color refleja por tanto una máscara interpuesta entre la mentalidad colonial dominante y la del dominado -que le condiciona- e impide ver las identidades raciales y sus reivindicaciones autodefinidas”
[La Respuesta del CIR. Posracialidad. Comité Ciudadanos por la Integración Racial (CIR). www.cir-integracion-racial-cuba.org) Respuesta del CIR al artículo Frente a los retos del color como parte del debate por el socialismo de Esteban Morales Domínguez, economista y especialista en relaciones Cuba-Estados Unidos. 8 de junio de 2011
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