Marcos Antonio Ramos. DIARIO LAS AMERICAS
Toda campaña electoral competitiva debe tener un elemento de sorpresa. Hay cierto atractivo en ese tipo de contienda, pero en algunos países lo que prevalecía hasta hace poco era la rutina. En México se conocía el resultado de un proceso comicial varios años atrás, cuando se designaba al Secretario de Gobernación. En otras latitudes se producen fenómenos similares. En dirección contraria, este año electoral estadounidense se ha caracterizado por una serie ininterrumpida de sorpresas en las primarias republicanas.
Lo anterior pudiera cambiar a partir del martes 10 de enero en New Hampshire, pero hasta ahora se han producido una serie de acontecimientos que han rodeado de incertidumbre a los observadores y provocado satisfacción en los medios de comunicación, siempre en busca de alguna noticia. Los candidatos Mitt Romney, Newt Gingrich, Herman Cain, Michele Bachmann y Rick Perry han encabezado encuestas nacionales para después perder la condición de puntero. Entre los que perdieron el primer lugar sólo Romney lo ha recuperado.
Y el congresista Ron Paul parecía destinado al primero o segundo lugar en el “caucus” de Iowa y terminó en el tercero, aunque con votación apreciable. Algunos consideraban invencible al ex presidente de la Cámara Gingrich. No predecían un primer lugar para él en Iowa, pero si una gran votación, lo cual no sucedió. Aspiraban a que Gingrich se convirtiera allí en la persona a enfrentarse a Romney, candidato del “establishment” republicano.
Esa política “Anti Romney” es parte de la estrategia de los otros candidatos, populistas que anhelan convertirse en favoritos de quienes exigen una trayectoria más larga y constante en la derecha y que se proponen detener a Romney, un conservador a quien muchos consideran moderado y no satisface a la gran mayoría de los simpatizantes del “Tea Party” o de la derecha religiosa, pero que pudiera ser el único candidato republicano viable para enfrentarse al Presidente Obama. Tanto Gingrich como Santorum, Paul y Perry, así como también, en su momento, Bachmann y Cain, que ya se retiraron de la contienda, han aspirado a alcanzar el segundo lugar para después pasar al primero gracias a los votantes de los aspirantes más conservadores que se retiran del ruedo.
El más reciente favorito al título de “Anti Romney” ha sido el ex senador Santorum que estuvo a sólo 8 votos del primer lugar en Iowa. Santorum logró el mayor apoyo de los evangélicos conservadores, que predominan entre los republicanos de Iowa y otros estados. Un católico, Santorum, ha mantenido estrechas relaciones con los evangélicos y con el “Tea Party”. Esos sectores abandonaron en Iowa a Gingrich y a Bachmann.
Y ahora todos miran hacia New Hampshire donde se celebrarán primarias el martes. A Santorum pudiera ayudarle entre los votantes obreros los orígenes humildes de su familia de inmigrantes italianos. En New Hampshire tendrá que utilizar más bien sus credenciales como católico militante ya que los evangélicos son una pequeña minoría en un estado donde los protestantes que permanecen allí son miembros de la más alta élite social e intelectual y aunque son mas bien conservadores en política no simpatizan demasiado con sus hermanos los evangélicos.
La Iglesia histórica de ese estado desde su fundación es la Congregacionalista (United Church of Christ), quizás la más liberal de las confesiones protestantes. Curiosamente, los protestantes de New Hampshire y toda Nueva Inglaterra representan la tradición de los Peregrinos de la Flor de Mayo (Mayflower) y otros puritanos, pero con el tiempo su gran mayoría ha adoptado una teología liberal a pesar de su histórico y refinado republicanismo y los antecedentes calvinistas de congregacionalistas, bautistas y presbiterianos de Nueva Inglaterra.
Y a aquellos que sitúan a todos en el mismo saco les recuerdo nuevamente que los bautistas del Norte y del Sur difieren a no ser en sus documentos teológicos originales, pero interpretados en el Norte de acuerdo con la teología contemporánea. Hay bautistas liberales como los Rockefeller (Norte) y Bill Clinton (Sur)), conservadores, como los Hunt (Sur) y los Harding (Norte). Hay de todo en la viña del Señor, lo mismo pasa con otros religiosos.
Ahora bien, si fue una sorpresa que Santorum quedara casi empatado en Iowa, también lo sería que Romney pierda en New Hampshire, pero no hay regla sin excepción. Patrick Buchanan, el más conservador de los republicanos se impuso una vez en New Hampshire. De ahí la importancia de movilizar votantes, el que tenga la mejor organización o los mayores recursos pudiera prevalecer, pero el nuevo “momentum” de Santorum en Iowa le ayudaría bastante. Y las sorpresas pudieran favorecer en algo, aunque parezca casi imposible, al ex gobernador Jon Hunstman que parece decidido a no rendirse.
Si Romney triunfa en New Hampshire lograría ese “momentum” que tanto necesita un candidato en las primarias. Carolina del Sur será difícil para él, por el predominio de los evangélicos, pero tiene una pequeña ventaja. De mantenerse en la boleta los nombres de Santorum, Gingrich y Perry, el voto más conservador se dividirá, lo cual pudiera suceder también en New Hampshire y otros lugares. Y Romney demostró que puede obtener su tajada de la votación de ese sector.
Santorum pudiera quizás convertirse en el gran adversario de Romney, aunque Gingrich también pudiera sorprender todavía. Pero debe recordarse que la diferencia en fondos entre Romney y Santorum es comparable a la existente entre la altura del Everest y la de mi elevación favorita, el “Pan de Matanzas”. En Florida y el Super Martes, alguien con organización y recursos económicos tendrá ventaja.
Estas son las primarias de lo inesperado y New Hampshire ya ha sorprendido en el pasado. No fue demasiada sorpresa que Paul Tsongas de Massachussets derrotara a Bill Clinton de Arkansas en las primarias de New Hampshire en 1992, pero sí lo fue el hecho de que Clinton obtuviera entonces una magnífica votación y un segundo lugar. Allí se convirtió en el “Comeback kid”. Se trata de un estado con zonas liberales y otras conservadoras y una vieja tradición republicana que se ha vuelto más conservadora en los últimos años.
El 96 por ciento de la población es blanca. Como en otros lugares donde prevalece la inmigración del siglo XIX y principios del XX la confesión mayor es la Católica Romana. Y me atrevo a afirmar que el mormonismo de Romney no lo afectará entre los protestantes de New Hampshire, nada inclinados a la teología mormona, pero muy tolerantes en sus relaciones con otros religiosos y hasta con los que no lo son. Algunos de ellos verán a Santorum como el hombre de Neanderthal por su oposición a la evolución, el aborto, el homosexualismo y otros temas.
Los católicos “progresistas”, que no son pocos en ese estado, no votarían necesariamente por un miembro del sector más tradicionalista del catolicismo. Pero Santorum u otro pudiera sorprender. Después de todo, New Hampshire pudiera ser, simplemente, otra sorpresa de una campaña incierta.
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